Testículos 4
(hernastri)
Ver artículos anteriores. En esta ocasión veremos las ventajas para el hombre de usar falda y sentarse como señorita. Suena raro. Estuve en una tribu perdida de la selva del Chocó en límites entre Colombia y Panamá, muy cerca de la desembocadura del caudaloso río Atrato. Allí llueve tanto como en el desierto sale el sol. A esas tierras perdidas llegaron hace siglos unos escoceses y se copiaron la moda de la faldita de los indios del sector. Los europeos llegaron buscando el paraíso y casi lo logran. Pero los españoles celosos de las riquezas que aquellos conseguían, pusieron talanqueras al río para que no entraran y les amargaron la existencia de modo que casi acaban también con los nativos. Al fin no quedaron ni los unos ni los otros, ni tampoco el oro, ni los tesoros mayas que transcurrían por ahí buscando asegurarlos de codiciosos como Cortés. Quedaron solamente unos cuantos indígenas que degenerados por las enfermedades aún hoy si los buscan mucho no son más de unas decenas que se refunden en la selva. Los hombres siguen usando sus polleras de palma. Ah, y como dato curioso se sentaban como acá se sientan las señoritas, o sea con las piernas cruzadas. Las mujeres por lo contrario abrían las piernas para entrenarse para el amor. Intrigado por la costumbre masculina tan femenina por acá, me puse en la tarea de saber porqué se sentaban así y descubrí que sabían mucho de anatomía. La falda permite mejor aireación en los testículos y el sentado afirma el piso pélvico y aprieta los músculos de salida del pene. No me lo explicaron tan científicamente, aunque me dejaron la inquietud y me puse en la tarea de experimentarlo. Cuando llegué a la civilización en la intimidad de mi hogar le presté un faldón a mi esposa y para todos lados me acomodaba con las piernas apretadas. Al principio por la falta de costumbre me molestaba el acomodo de los testículos. Pero si no esa noche a la siguiente me llevé la gran sorpresa, no fue esa de que me cogieron las amigas de mi señora en esa pinta y se burlaron hasta decir no más. No, eso me pasó después. Esa noche que les refiero hice el amor con mi mujer como si tuviera dieciocho. Conseguí una erección de maravilla y hasta ella quiso hacerlo casi a lo chino dejándome en la posición contraria a la del misionero. Ahora me compró unas polleritas de lo más de elegantes que si no fuera por las convenciones sociales saldría con ellas al supermercado. Y de lo otro ni se diga ya no abro las piernas ni para hacer el amor. Registrado por hernastri. Me gané seis centavos de dólar el mes pasado. Por ahí me tradujeron la otra esquina del paraisoy no vi eso en la cuenta no se como controlan.
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