Una Izquierda Darwiniana
(SINGER;PETER)
La serie de libros Darwinismo hoy intenta cubrir varios temas diversos de la teoría darwiniana moderna en su aplicación a los seres humanos, cada título escrito por una figura destacada de la moderna teoría evolutiva. Se trata de ilustrar brevemente alguna cuestión sobre la que la teoría de la evolución puede arrojar luz. Y también, de paso, popularizar esas ideas. La moderna teoría evolutiva y en particular la psicología evolutiva (precedida en su momento por la sociobiología) han vuelto del revés el modelo político y social tradicional sobre el ser humano. De ser considerado como un ente aislado del resto de la naturaleza cuya cultura, psicología y orden social eran producto del azar, de la educación y de las condiciones sociales y económicas, la visión evolutiva lo encaja firmemente en el reino animal y aspira a deducir su comportamiento y psicología, su naturaleza humana, de su pasado como animal sujeto a las leyes del darwinismo que se aplican a cualquier otra forma viva sobre la Tierra. Es decir, de considerar al ser humano una hoja en blanco sobre la que cualquier cosa podía escribirse, ahora se lo considera un animal con un conjunto innato de comportamientos y características. La evolución aplicada a la psicología y a la sociología saca a la luz comportamientos invariante en todos los seres humanos. La Izquierda Darwiniana podría considerarse, quizá, el título más arriesgado de esta colección. Es más un manifiesto político que un libro de biología, y aspira a demostrar que es posible una izquierda que acepte los nuevos descubrimientos sin por ello dejar de ser izquierda. En este caso, la izquierda no se entiende como fuerza política, sino como cuerpo de pensamiento, eso que mueve a ciertas personas a actuar a favor de ciertas causas. La tesis de partida del autor es que el marxismo aceptó con alegría la teoría de la evolución, porque hacía innecesario a Dios, pero sólo hasta cierto punto. Admitía que la evolución había creado los cuerpos de los seres humanos, pero negaba que tuviese nada que decir sobre las formas que adoptaba la sociedad humana. La tesis fundamental del marxismo es la perfectibilidad de la especie humana con un simple cambio del orden social. Pero eso choca con el mismo fundamento de la evolución, que es un proceso continuo y que nunca alcanza un estado de perfección final. La evolución no conlleva ninguna carga moral, simplemente ocurre (p. 23) dice el autor para luego añadir La teoría materialista de la historia implica que no existe una naturaleza humana fija (p. 37) lo cual choca con gran parte del cuerpo de datos de la evolución y la psicología evolutiva. La tesis central del volumen se resume en una única frase: La izquierda necesita un nuevo paradigma (p. 13), y en un desafío: ¿Puede la izquierda trocar a Marx por Darwin y seguir siendo izquierda? (p. 15). La respuesta del autor es un sí sin condiciones. Para ello intenta despejar varios errores tradicionales sobre la teoría de la evolución e intenta así mismo ofrecer una idea de las recientes investigaciones que apuntan a la existencia de una naturaleza humana subyacente. Pero el mito más persistente, y que por tanto intenta despejar en varias ocasiones, es que lo natural es bueno. No, nos dice, de un ser no hay que deducir un debe ser. Por ejemplo, del hecho de que los seres humano construyan siempre jerarquías (incluso en aquellas sociedades en que las jerarquías han sido supuestamente eliminadas por decreto) no debe llevarnos a pensar que las jerarquías son buenas. Simplemente, nos dice, no se puede construir una sociedad mejor desde la ignorancia y negando los hechos. Este pequeño volumen por sí sólo demuestra las debilidades y puntos fuertes de la serie. El autor, evidentemente, está discutiendo un asunto que escapa a la estricta visión científica, al tratarse de un tema político. La evolución no puede decidir si la derecha o la izquierda tienen razón. Por tanto, es tremendamente subjetivo en sus planteamientos y debe tomarse como la posición de Peter Singer sobre esos asuntos. En particular, los capítulos dedicados a justificar la visión darwiniana de la especie humana (y especialmente, la existencia de una naturaleza humana) son los más débiles del libro. El autor debe limitarse prácticamente a enumerarlos, sin ofrecer los datos que apoyan esas conclusiones, mientras que en un volumen mayor se discutirían más ampliamente experimentos y datos concretos. De hecho, el volumen es tan corto que apenas puede ofrecer premisas y conclusiones, con unas pocas páginas de justificación científica en medio. Por otra parte, la misma brevedad del volumen obliga a no apartarse del tema. La posición está claramente definida y sirve, como es el propósito de la colección, para divulgar los nuevos avances en teoría de la evolución. Se trata en suma de un libro provocador e interesante, que debería dar mucho que pensar, pero que se resiente de las limitaciones de espacio que le impiden discutir más ampliamente la parte científica. Se lee, en suma, como punto de partida de posteriores, e intensas, reflexiones e investigaciones por parte del lector
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