Seis Propuestas Para El Próximo Milenio
(Italo Calvino)
Por Pablo García Mejía ¿En dónde está oculto nuestro final? Nadie lo sabe. Siempre permanece agazapado y misterioso. Para Italo Calvino se encontraba entre las maletas que tenía praparadas para dar sus conferencias en la Universidad de Harvard, en septiembre de 1985. Contaba con 62 años de intensa sabiduría y, meses anteriores, se había visto obsesionado por la levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y... la consistencia: esta última conferencia (probablemente dedicada al Bartleby de Herman Melville), la escribió la consistente muerte, pues Italo no llegó a terminar de armar la conferencia cuando su majestad se hizo presente. De ahí que en lugar de seis son en realidad cinco las propuesta para que la literatura siga existiendo a pesar del próximo milenio: inimaginable sin ella. Italo comienza desde el principio: es decir desde el mito: Perseo el héroe alado, corta la cabeza de la Medusa y utiliza, después, su mirada petrificadora en contra de sus enemigos, él representa el símbolo del triunfo de la levedad sobre la pesadez. En cambio, la rapidez entra de lleno en el milenio con una riqueza de imágenes y encantamientos: Un poderoso rey se enamora de una mujer que posee un anillo mágico en el paladar. Y, en otra parte del mundo y de la leyenda: un sabio chino (Chuang Tzu) tarda en dibujar el cangrejo más perfecto que haya existido: después de diez años de contemplación, sólo necesita un instante , y de una pincelada sin despegar la mano lo inmortaliza para el mito y la filosofía. En Italo Calvino todo es exacto como la concertación de una cita -no importa que ésta se cumpla pos-mortem. El escritor habla desde el texto como si estuviera ante un público vivo y presente, sin imaginarse en el momento que lo escribió, que se dirigía a un lector ausente de su butaca, lejos de su estrado, quien ahora desde el texto impreso le ve con antiparras del futuro, ese interior maravilloso que todo gran artista tiene: la dignidad del espíritu que se manifiesta en su canto, que traspasa las barreras que impone la vida y la muerte. Sin embargo, estas propuestas estos valores literarios, serían impensables sin la asistencia y presencia de un gran personaje de la literatura que escapo de su propio laberinto de ficción para transfigurarse en un ser humano: Jorge Luis Borges, quien moriría coincidentemente, un año después de Italo, en septiembre de 1986. Ambos escritores se hermanan en sus respectivas conferencias, Borges, con sus conferencias en Buenos aires llamadas: Siete Noches, por la editorial Fondo de Cultura Económica, publicadas en 1989. Ambos en sus respectivas conferencias inoculan a su público de Dante Aligheri y su Divina Comedia, los dos conversan con Dante interponiéndose entre ellos y Virgilio. Borges, siente junto con el poeta los celos y la envidia por el amor que todavía se tienen Paolo y Francesca: seres normales y sencillos que únicamente han cometido el pecado del adulterio, y que han sido castigados con la ausencia de Dios en el propio infierno. Amor que tanto Dante como Borges jamás pudieron poseer en vida. Por la otra parte, Calvino hace equipo con el poeta Calvacanti para contraponer la levedad y la rapidez en la construcción de un verso, en oposición del verso exacto, pesado y denso de Aligheri, pero no por eso menos hermoso. Seguramente, para Italo y Jorge Luis, si eligieran un cielo sería tan exacto o parecido al Infierno de Dante: allí en donde pudieran seguir fomentando la exquisitez de la conversación con Shakespeare y Cervantes, con Homero y De Quincy, con Marco Polo y Kublai Kan, con tantos y tantos... inclusive con esa magnifica contadora de historias: Schahrazada: degustando todo el milenio de literatura que termina y del cual fueron testigos y protagonistas: conformando la llama y el cristal de este último siglo que termina, legando a la humanidad el más importante testamento literario de este fin de milenio. Italo Calvino. Seis propuestas para el milenio. Ediciones Siruela. Madrid, 1989. 144 pp. Pablo García Mejía Ciudad de México
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