El Viejo Y El Mar
(Ernest Hemingway)
Hemingway nos brinda la oportunidad de disfrutar una hermosa obra, una novela que cala nuestras mentes y nos hace vivir una experiencia única. Santigo, un viejo pescador cubano, lleva 84 días sin pescar, se ha quedado solo, pues tiene mala suerte y nadie le quiere acompañar. Su amigo, el joven a quien había enseñado las artes de pescar lo había abandonado por que sus padres no lo querían en ese bote de mala suerte. Sin embargo ,Manolín siempre estaba pendiente del anciano. Pasaron las horas y el viejo se alejó de las costas del mar ,esperaba la oportunidad de que su suerte cambiara, necesitaba un pez grande que le aliviara su pobreza, pues no tenía dinero ni para comer ni para comprar carnadas. Viaja con paciacia lentamente, su pequeña embarcación va desapareciendo en la lejanía, su mente está revuelta, un torbellino de recuerdos se apodera y piensa en su deporte favorito, el béisbol,. Pasan las horas y siente el peso de su vejez, el cansancio lo debilita, siente desmayar, su mala suerte persistía, el viejo recuerda su juventud, recuerda cuando era campeón, recuerda al muchacho, en fin está en medio del mar en espera de un golpe de suerte. Siente el tirón, vuelve a sentir que algo grande había caído, sí, era un enorme pez, durante varias horas no sabía cómo era el pez, en esa espera recordaba la vez en que él y Manolín habían pescado un gran pez, un pez espada hembra... el recuerdo lo embargaba, pero no podía dejar escapar al pez, era su oportunidad. El pez desesperado se movía alrededor de la barca y el viejo pudo clavar su arpón y mató al enorme pez. Estaba lejos de la orilla, y presentía lo peor. El pez es atacado por un tiburón quien desprende una enorme porción del cuerpo del pez. El mar se tiñe de sangre y el gran pez, la esperanza del viejo desaparece, pues dos enormes tiburones hacen presa suya al pez. Súlo dejan la cabeza y parte del esqueleto enorme. El viejo llega a la costa cansado, agotado, deprimido. Camina a su choza y duerme. Manolín lo despierta para darle una taza de café y le dice que lo habían estado buscando durante dos días... El viejo pienza en la derrota, pero el muchacho le da aliento. No, no fue derrotado, era un gran tiburón...
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