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Ciudad De Cristal
(Paul Auster)

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Esta tercera entrega de la llamada Trilogía de Nueva York resulta una fresca, sorprendente y estimulante fusión de la serie negra americana clásica con un cierto surrealismo de gusto europeo y con una indudable influencia de Cervantes, sobre todo en el juego de puntos de vista a cuenta de la identidad del narrador (además dedica casi un capítulo entero a desarrollar una fantasiosa pero enjundiosa teoría, pronunciada por uno de los personajes, que haría del propio don Quijote el verdadero autor de la crónica de su vida y de su traducción al árabe bajo la identidad de Cide Hamete Benengeli, trasladada de nuevo al castellano por Cervantes). La historia habla de un escritor metido casualmente a detective hasta la obsesión y embarcado en el caso que crea la extraña locura de un ex investigador. El atractivo y fuerza de la trama que implica al detective de ocasión (aunque se nota que no es lo que más interesa al autor) hacen que el lector pueda sentirse un poco decepcionado con el final, en el que parece abandonarla para centrarse en las consecuencias que la investigación ha traído para el protagonista.
Quinn, autor de novelas de detectives (y ex poeta, que acaba de perder a su mujer y su hijo en un accidente) recibe inisistentemente en su casa llamadas dirigidas a un detective llamado Paul Auster (es decir, igual que el autor de la novela). Una vez decide fingir que es Auster y la voz le cita en su casa para encargarle que le proteja de su propio padre, que intenta matarle. El hombre ?llamado Stillman? da muestras de estar psíquicamente alterado, en un permanente estado de infantilismo y confusión, y su esposa le cuenta que sufre las secuelas de los nueve años en que su padre le tuvo encerrado en una habitación a oscuras sin hablar con nadie. El padre va a salir en los próximos días del psiquiátrico en que está internado y ambos están convencidos de que se dirige a matar a su hijo. Quinn acepta el caso y comienza a investigar el pasado de Stillman padre. Descubre que el hombre está trastornado por las teorías de un predicador del siglo XVII, discípulo de Milton, que considera que la principal consecuencia de la caída del hombre del paraíso fue la pérdida del sentido de su lenguaje (sintetizada en el episodio de la torre de Babel) y que se conseguiría regresar al estado paradisíaco a base de negar el lenguaje habitual y encontrar espontáneamente uno nuevo, razón por la cual mantuvo a su hijo al margen de toda socialización. Stillman padre llega a la ciudad y Auster se dedica a seguirle, cada vez más metido en el papel de detective y más obsesionado con el caso. En sucesivos paseos durante varios días, en los que parece no dirigirse a ninguna parte, Stillman traza letras con sus pasos que juntas forman la palabra torre de babel, pero sus movimientos no parecen dirigirse hacia su hijo ni a ningún otro fin. Un día el hombre desaparece del hotel en que reside y Quinn pierde la pista de él y decide ir a pedir consejo al verdadero Paul Auster, pero descubre que éste no es un detective sino un escritor que le recibe amablemente, le cuenta sus extravagantes investigaciones sobre el Quijote y se ofrece a cobrar el cheque que le ha dado a su nombre la esposa de Stillman hijo como pago por sus servicios. Para evitar que Stillman padre atente contra su hijo, Quinn se situa de vigilancia permanente en un callejón desde el que se ve la casa de éste. Echado sobre basuras, comiendo y durmiendo lo mínimo y haciendo sus necesidades en ese mismo lugar, Quinn pasa meses sin apartar la vista del lugar, obsesionado con cumplir su misión. Cuando se le acaba el dinero para comprar comida, decide llamar a Auster para que le dé el dinero del cheque y el escritor le informa en primer lugar de que el cheque era sin fondos y además de que Stillman padre se ha suicidado hace varias semanas y que por tanto su caso ya no tiene sentido. Quinn regresa a su apartamento y comprueba que lo habita otra persona y que los dueños se han quedado con sus cosas en compensación por sus deudas del alquiler. Va entonces a la casa de Stillman hijo y la encuentra vacía, aunque la puerta está abierta y se mete en ella. En plan Cide Hamete Benengeli, el autor de la novela nos dice en las últimas páginas que ya no tiene más información sobre lo que se sucedió con Quinn y que ha reconstruido su historia con los testimonios del escritor Paul Auster y las notas que Quinn dejara en el cuaderno que solía llevar consigo.



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