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Los Encuentros Del Che Con Perón
(Donanfer)

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Los encuentros del Che con Perón

John William Cooke, El Gordo, líder de la izquierda peronista, exiliado en Cuba, había convencido al Che de que ningún proyecto revolucionario era viable en la Argentina sin el apoyo del general Perón, quien era idolatrado por los sectores populares y por la mayoría de los poderosos dirigentes gremiales de su país, además de ser la indiscutida cabeza del partido político más numeroso. A su regreso a La Habana de una gira por países africanos, Guevara, ministro de Industria, hizo escala en Madrid. El testigo del encuentro fue Julio Gallego Soto, contador, hombre de confianza de Perón en asuntos comerciales, quien cuando, años más tarde, vio que su vida estaba en peligro, eligió como depositario de su testamento político a su colega el contador Alberto T. López. López, a su vez, le relató el episodio a Rogelio García Lupo, quien lo reveló en un artículo periodístico. A fines de abril de 1964, Gallego Soto estaba acostándose para dormir en su lujosa habitación del hotel Plaza de Madrid, frente a la emblemática fuente de Cibeles, cuando oyó golpes en la puerta. Gallego Soto dedujo que se trataba de algo importante, dado lo avanzado de la hora. Encontró a Perón rodeado por personas con uniformes verde olivo. Casi todos eran barbudos, y Perón parecía pasarla muy bien con ellos, porque hablaban en voz alta y se reían a carcajadas. Gallego Soto los identificó como cubanos. Gallego Soto se enteró entonces de que se trataba de administrar varios millones de dólares del fondo de Liberación, el organismo que Guevara había creado para apoyar a los movimientos revolucionarios en América latina. "Para mi sorpresa, vi aparecer a un sacerdote capuchino que había estado presenciando la escena anterior y que, al alzar la pantalla de luz, resultó ser el mismísimo Che." Gallego Soto aseguró a López que había rechazado la propuesta "a pesar de que no era fácil negarse a los pedidos del Viejo", pero algunos indicios demostrarían que no fue así. García Lupo constató que el 26 de octubre de 1964 el encargado de negocios de la embajada cubana en Madrid, Ramón Aja Castro, había otorgado una visa a Gallego Soto para llevar adelante una negociación en el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba con el fin de colocar un importante embarque de maíz argentino. El beneficio de esa operación seguramente tendría como destino financiar el acuerdo de puerta de Hierro. Philip Agee, el espía norteamericano que llevó un diario de su actividad en Uruguay, escribió el 21 de marzo de 1964: "La estación en Montevideo ha organizado varias operaciones fructíferas contra objetivos peronistas en Uruguay, a través de las cuales se ha podido descubrir el apoyo que prestan los cubanos a los peronistas. Una operación de escucha contra el departamento del periodista peronista Julio Gallego Soto nos permitió descubrir la clandestina relación existente entre éste y el antiguo jefe del servicio de inteligencia cubano en el Uruguay". Una de las consecuencias del acuerdo entre el Che y Perón, siempre ducho en los aspectos económicos de la política, habría sido la habilitación de Villalón para comerciar con exclusividad el tabaco cubano en varios países de Europa. El Che Guevara hizo escala en Madrid con el propósito de visitar otra vez a Juan Domingo Perón en su residencia de Puerta de Hierro, en esta oportunidad para pedir su colaboración, debido a que Fidel Castro, en el momento de partir Guevara y sus colaboradores de La Habana, le habría expresado sus dudas acerca del prometido apoyo por parte del Partido Comunista Boliviano, defección que luego se confirmaría y que sería una de las principales causas del fracaso y muerte del Che en tierras bolivianas. "Yo era secretario de Perón en su exilio en Madrid", me contó Enrique Pavón Pereyra, tomando café en un bar de Buenos Aires, poco tiempo antes de su fallecimiento. «Es el Che Guevara ?me dice, ante mi sorpresa?; hágalo pasar»." El Che estaba disfrazado, irreconocible,afeitado y casi calvo, con anteojos de marco oscuro y cristales algo ahumados. Durante la entrevista le contó a Perón su plan de insurgencia en el Alto Perú. "Yo creo que Perón me hizo quedar al principio de la reunión para quitarle intimidad, porque comprendió que el Che venía a pedirle ayuda para una acción con la que el General no estaba de acuerdo. El líder del movimiento justicialista le negaría ayuda poniendo énfasis en el asma de Guevara y en la inconveniencia de la humedad y el calor de las selvas bolivianas para ese mal. Suspenda ese plan. Busque otras variantes". Pavón Pereyra continuó: "Entonces llegó el momento de dejarlos solos. El General me ordenó que trajera yerba, agua caliente y un mate. También me diría Pavón: "No sé si tiene que ver con esto que le conté, pero tiempo después Perón me mostró una foto de Cooke vestido de guerrillero cubano, porque él estaba exiliado en La Habana, y me comentó: «Este hombre ha dejado de ser peronista»".

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