Resumo de El Crepúsculo De Los Ídolos

En El Crepúsculo de los Ídolos, en el capítulo ?El problema de Sócrates?, Nietzsche es decididamente irreverente: ?Sócrates y Platón son síntomas de decaimiento, instrumentos de la disolución griega?. El pesimismo de ellos, para Nietzsche, sólo puede ser tomado como síntoma, ya sea de enfermedad, ya sea de decadencia. Con Sócrates, la dialéctica triunfa sobre el gusto aristocrático; lo destituye. La dialéctica tiene la propiedad de irritar; vuelve impotente al adversario, el cual tiene que demostrar que tiene argumentos y que puede probar. Nietzsche se pregunta si Sócrates utilizaba este método como una forma de venganza contra la aristocracia, pues él era plebeyo. Pero lo que más importa considerar era que Grecia toda se encontraba en una pendiente de decadencia; al decir de Nietzsche: ?los instintos se encontraban en anarquía?. Así, Sócrates fascinó a los griegos presentándose como salvador. Inventó un contratirano para estos instintos que amenazaban por donde fuera, que era su dialéctica, y pronto la cura se presentó deseada a los ojos de todos. Sócrates, conciente en cierta medida de su oportunidad, preparó el elixir, y los griegos bebieron del veneno de la razón. La ecuación razón=virtud=felicidad se erigió en tirano para sojuzgar los apetitos más oscuros. En el capítulo titulado ?La razón en la filosofía?, Nietzsche se indigna con los filósofos que inquiriendo al ser, encuentran la falsificación de los sentidos y se alzan contra la historia, el devenir. Es ésa, según criterio de aquél, la manera de momificar los conceptos. Los sentidos no mienten, lo que introduce el error es nuestro testimonio de ellos: la mentira de la unidad, de la coseidad; categorías solidarias de la ficción de ser y de la santificación de la razón. Dirá que la consideración de los sentidos nos permitió hacer ciencia, segregándola de la metafísica. Entonces la razón, actúa conforme a un modo de producción que puede calificarse de fetichista: ve causa en la voluntad, reproduce agentes y acciones por donde mira, cree en la sustancia del yo, que anticipa la categoría de ser. En tanto sustancia, el yo se proyecta por doquier cosificando, introduciendo en todo fenómeno su propia sustancia, multiplicando errores de sí mismo, introduciendo con el pensamiento aberraciones: colocándose como causa de las cosas, desprendiendo efectos de su voluntad. Nietzsche concluye de manera terminante: la apariencia del mundo fundamenta su realidad.

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