Signos Finales
(laurence atilio)
SIGNOS FINALES Autor: Dr. Atilio Laurence Se llaman signos finales a las muestras fehacientes de hechos, acontecimientos y sucesos que permiten configurar un panorama de calamidad y horror como preámbulo a la hecatombe final. Son varios los símbolos que determinan el final de los últimos tiempos. No obstante la gente todavía no se da cuenta de la magnitud de estos hechos que a la postre están configurando la obertura final y definitiva de la era terrícola. La seguidilla de catástrofes principia con la declaración de la primera y segunda guerra mundial (1914- 1939 respectivamente). En la primera guerra o la gran guerra la ciencia produjo gases tóxicos que eliminaron millones de seres humanos. Para la Segunda guerra mundial la ciencia había descubierto la energía atómica, terrible látigo radiactivo que en la manipulación de la fisión y la fusión era capaz de exterminar naciones enteras, como lo hizo con Japón. He aquí entonces el primer signos maléfico de la destrucción de la humanidad en capítulos, AL igual a una teleserie. El segundo SIGNO de destrucción está reflejado en la desaparición de la Unión Soviética y la posterior caída del Muro de Berlín. Millones de personas cambiaron de un día para otro sus vidas y sus maneras de pensar. De haber vivido dentro de un Estado protegido, han pasado a una nación competitiva y audaz. La caída del Muro de Berlín como la consecuencia del derrumbamiento de la URS. Trajo consigo una serie de situaciones sociopolíticas que a la postre hizo que el Muro de la ignominia se derrumbara a manos de los propios berlineses. El tercer signo inequívoco es la dura contaminación del espacio, la tierra y los océanos. No existe hoy especie animal que no se vea afectada o perseguida por el salvajismo del hombre y su precaria tecnología. El cuarto signo de terribilidad humana fue la caída de las Torres Gemelas y la masacre ominosa de cinco mil almas que en ese día o se iban a trabajar o iban en los distintos vuelos interiores. Nadie nunca pensó ni se imaginó que las portensosas Torres de la economía mundial se derrumbaría estrepitosamente para nunca más volver e erigirse sobre la bahía de Nueva York. El quinto signo es la inseguridad ciudadana de las naciones. Hoy nadie, absolutamente nadie puede estar seguro en las calles, en el cine, en los centros comerciales ni en su propia casa, por que la violencia ha superado a los cuerpos policiales. El sexto signo es sin duda la opresión y la inestabilidad geopolítica de los pueblos y naciones. En el tercer mudo, las minorías étnicas y los pueblos originarios se ven avasallados por la mano de la inequidad. Al igual que los pobres que nunca alcanzarán el poder que les permita salir de la postración en que viven. En los países desarrollados cohabita la inseguridad y el autoflagelo de las pestes y el desasosiego urbano de la droga, el alcohol y el tabaquismo acérrimo. El séptimo signo es la decadencia de las religiones y sus propias creencias, La gente adora al dios dinero, al dios bacanal, al dios violencia, al dios desgano, al dios caos y entropía. El octavo signo de decadencia es el calentamiento global de la atmósfera, trayendo consigo el alza de las temperaturas y el contraste de los climas. Hoy en Europa, la mitad está inundada y la otra mitad sufre un calor de más de cuarenta grados centígrados. El noveno signo es la neoliberalidad mundial que traerá consigo la implantación del idioma único, de la moneda unificada, del racionamiento del alimento y cosechas. La educación y las costumbres serán únicas sin importar el país ni su idiosincracia. Se abolirán las universidades para crear un sistema unificado de enseñanza superior mundial neoliberalizada. Las naciones perderán sus soberanías y se borrarán las fronteras convencionales. Serán reemplazadas por fronteras "gepeesianas" o controladas por satélites espías. El décimo y último signo de los últimos tiempos, será la clonación de la especie a partir de una célula madre. Este encaminamientollevará al hombre a la inmortalidad y a la vez a la propia autodestrucción de la especie por exceso de personas sobre la faz de la tierra. Es posible que antes que se destruya el planeta surjan expediciones planetarias que exploren otras latitudes siderales en búsqueda de nuevos horizontes, en búsca del "ser perfecto": sin mancha, sin dolor, sin enfermedad, sin odios ni violencia, sin patologías congénitas, sin variaciones de humos vítreo. Pero para comprender el mañana debemos entender el hoy en sus distintas filosofías y lecturales. La persona humana según el enfoque filosófico de Morín pasa por varios episodios a lo largo de toda su vida: el ser elemental y el ser supraelemental. En el ser elemental la rutina de las cosas, los problemas domésticos de tu casa y del trabajo hacen de ti un ser conductualmente opaco, inércico y plano. El ser elemental se convierte en el ser de la conveniencia, de la política advenediza, de lo casual y no de lo causal. Es el típico sujeto de la apariencia social con poco transfondo medular. El ser supraelemental es la esencia poética del arte, de la música, de la danza, del amor, de la naturaleza sin mancha aunque contaminada por la primariedad del ser humano. Lo elemental de un trabajador como nosotros es ganarse el pan. Lo elemental de un profesor en pasar materia, cumplir con el programa de estudio. Lo elemental de una universidad es tener miles de alumnos en cientos de carreras, sin importar el futuro de cada uno. Lo primario de una nación es capear los temporales para no perder el equilibrio total y sucumbir en el caos. Lo elemental de un país es el subdesarrollo pleno. Lo supraelemental de un trabajador es su crecimiento personal, espiritual, familiar. Es la contribución sincera hacia su empresa. Lo supraelemental de un profesor es hacer que sus alumnos aprendan en su estilo de aprendizaje y con su ritmo de aprendizaje. Lo su`raelemental de una nación es vivir al borde del cambio para permanecer con vida útil y no morir en el intento de fallidos proyectos. Concretar metas sociales, laborales, educativas, etc. Lo supraelemental de un país es haber logrado el bienestar común para toda la población, no es otra cosa que el desarrollo pleno de la gente. Lo elemental nos coloca en situación utilitaria y funcional y su finalidad es utilitaria y funcional. Es por eso que en los distintos escenarios de la vida percibimos estos dos estados, uno más claro que otro. Cuando la educación se politiza sobreviene lo elemental y la tendencia es cumplir metas estadísticas y no propósitos humanos. Cuando los programas de desarrollo se politizan por intereses partidistas e individuales los programas se subyugan a un estado primario de utilitarismo y funcionalidad. Lo elemental de un puente es su funcionalidad para el cual ha sido construido. Cuando el puente recrea la vista y adorna el paisaje, el puente aunque no esté vivo en un sentido biológico, esta vivo en un sentido molecular y cumple en un estado secundario lo que un viejo bus no puede cumplir. Cuando sus moléculas se deterioran y disgregan, el puente deja de existir y pierde su condición tanto en el estado primario utilitario como en su estado poético de recrear el paisaje, o estado secundario. El hombre carga en su vida tres elementos, el saco, la máscara y los zuecos. El saco que lleva a cuesta y en donde echa sus triunfos y sin sabores. Para algunos este saco tiene más frutos que escombros. Es el hombre triunfador, no triunfalista. Es aquel que logra sus metas de modo pausado, sin odios ni violencia, sin pasar a llevar a nadie, mas sin dejarse pasar a llevar. Para otros el saco tiene más escombros que frutos. Es el hombre derrotado, derrotista, amargado, que desparrama su dolor en medio la plaza pública y también amarga a su familia. La máscara que llevamos puesta da cuenta de nuestra actitud frente a la vida y de la honestidad o farándula que podamos vivir. Somos genuinos o falsos, o las dos cosas paralelas. Los zuecos representan lo
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