Resumo de El Retrato De Dorian Gray

En su única novela, Oscar Wilde fabrica un indiscutible clásico de la literatura fantástica y una referencia básica de toda la cultura. Casi adolescente, el efebo Dorian Gray expresa ante su retrato, que acaba de concluir un pintor que siente adoración por él, que desearía permanecer siempre joven y que fuera el cuadro el que envejeciera. El cínico aristócrata lord Henry le impulsa al mundo social londinense y le transmite su despreocupada escala de valores.
El joven Gray se enamora de Sybil, una joven actriz que parece perder todo su talento cuando se enamora de él, porque dice que ahora le gusta la realidad y ya no sabe fingir. Su pésima actuación en una obra hace que Dorian la rechace y rompa el compromiso cruelmente, pues dice que ya no cumple el ideal que él tenía en mente, y aunque esa misma noche se muestra dispuesto a rectificar y escribe una carta de disculpa, la muchacha se suicida antes de que pueda enviarla. Gray comprueba entonces que la expresión beatífica de su retrato se ha transformado en una mueca cruel, se asusta y lo guarda en el desván.
A partir de entonces se convierte en un hombre juerguista y sin escrúpulos que arrastra a la perdición a hombres y mujeres y que asombra por su aparentemente inmutable juventud. Un día muestra su deformado retrato al artista que lo pintó y a continuación mata a éste, en un estallido de cólera, por considerarlo responsable de su perdición. Además, chantajea a un amigo para que le ayude a deshacerse del cadáver por medio químicos, el cual también acabará suicidándose.
El hermano de Sybil, después de casi veinte años buscándole para vengar a la chica, está a punto de matarle en una ocasión, pero Gray niega ser el que el hombre que busca, el que hace tantos años estuvo comprometido con la muchacha, y aporta como prueba su juventud. Buscando deshacerse de la carga del retrato, que le pesa como si de verdad fuera su negra conciencia, Gray da una puñalada en su propia imagen. Poco después, se le encuentra muerto, arrugado e irreconocible, al lado del retrato, que vuelve a ser como el día que lo pintaron.
Junto a esta acción, conocemos el aluvión de ingeniosos y brillantes epigramas con que Wilde alimentaba compulsivamente su prosa, todos ellos hábiles juego de elementos paradójicos y encantadoras hipérboles: La única diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho dura algo más de tiempo. Sólo hay en el mundo una cosa peor que el que hablen de uno, y es que no hablen. Vivimos en una época en que las cosas necesarias son las únicas innecesarias. El único medio de desembarazarse de una tentación es ceder a ella. Y un largo etcétera.

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