Tomasa, El Rostro Del Debate
(Donanfer)
Tomasa, el rostro del debate Los ojos de la niña de la fotografía reflejan dolor; sus labios, miedo. Una mano maternal le sostiene la cabeza. Es Tomasa Méndez, o al menos su foto. Es una niña que se convirtió en fotografía, que se convirtió en icono -o en objeto de propaganda, según se vea- del estira y afloja de la reforma migratoria. Tomasa vive en New Bedford, Massachussetts, donde los pasados días, agentes migratorios irrumpieron en la fábrica Michael Bianco Inc. y detuvieron a trescientos sesenta y un trabajadores indocumentados, entre ellos su padre, Héctor Méndez. Al enterarse de la noticia, Dominga, madre de Tomasa, corrió hacia la fábrica, con la niña en brazos. Dominga y Héctor llegaron aquí provenientes de Guatemala hace seis años. Tomasa nació en este país, por lo que tiene la ciudadanía. Tomasa lloraba en el regazo de su madre. Cerca de ella se encontraba Peter Pereira, fotógrafo del New Bedford Standard-Times, quien sabía suficiente español como para entender que Dominga trataba de consolar a la niña, diciéndole que "papi" estaba bien. El padre de Tomasa era el sostén de la familia, y cada semana llevaba a casa unos trescientos dólares. Héctor está detenido en Massachussetts, pero Dominga ni siquiera puede visitarlo, porque es indocumentada y podría ser detenida. Pero Pat Reilly, vocera de la agencia de Aplicación de las Leyes Migratorias y Aduanales, afirma que los padres de familia, al viajar a Estados Unidos sin papeles, son los responsables. "Nuestro trabajo es aplicar las leyes", dice. Hay algo en el rostro de la niña. Si uno ve su boca, refleja miedo. Y sus ojos, tristeza. Los ojos de Tomasa tienen otra cualidad: "La inocencia". La foto ni siquiera fue publicada en la portada del Standard-Times. Pero los defensores de los inmigrantes la vieron y quedaron impactados. El Centro para el Cambio Comunitario, con sede en Washington, y otros grupos hicieron miles de posters y panfletos con la imagen, que recorrió varias ciudades estadounidenses durante las marchas migratorias. Y la imágen de Tomasa tiene otra cualidad. En ese sentido, Tomasa es el rostro universal de los males que aquejan a la niñez. Tomasa encarna, muy a su pesar, el drama migratorio que divide a Estados Unidos. Y la foto en la que aparece con trencitas, una lágrima que le cae del ojo izquierdo y el miedo en sus labios se convirtió en el emblema que grafica el debate político y social en este país. El Congreso y la Casa Blanca negocian una reforma migratoria que endurecerá los controles sobre los doce millones de indocumentados que viven en este país, cerrando aún más las fronteras y fijando un complejo sistema de regularización. Su imagen representa en el debate inmigratorio lo mismo que otra foto, la de Elián González en abril de 2000, significó para la lucha de los anticastristas en Florida. Sus padres son guatematelcos. Son "ilegales" en este país. Su padre, Héctor Méndez, fue arrestado hace dos meses, cuando la policía allanó la fábrica en la que trabajaba, junto con otros trescientos sesenta operarios sin papeles, cosiendo mochilas para los soldados que combaten en Irak. Su padre continúa detenido en Massachusetts, a la espera de su deportación. Su madre, Dominga, cuida de Tomasa y de sus dos hermanos, Diego (siete años) y Melvin (cinco), también nacido aquí. Y allí comienza el drama que resume el debate migratorio: si ordenan la deportación de Héctor, el gobierno de Estados Unidos habrá dividido la familia de una niña norteamericana. Y si deportan a la madre, ¿qué hacer con Tomasa y Melvin? Las opciones no son muchas: ¿deben ser deportados para que sigan con sus padres? ¿O deben ser separados y enviados a un instituto de menores o un hogar adoptivo en este país? ¿Es preferible entonces darle un permiso especial a su madre? Y en ese caso, ¿por qué no a su padre? La historia de Tomasa dista de ser especial. Los grupos defensores de los inmigrantes, la Casa Blanca y sectores demócratas y republicanos, liderados por los senadores Ted Kennedy y John McCain, consideran que es hora de regularizar a los indocumentados, que cumplen una función en la economía, aunque sea informal. Y mientras algunos acusan a los indocumentados de "robarles" empleos a los norteamericanos, otros responden que son los empresarios quienes los contratan para reducir sus costos. Para la agencia de Inmigración y Aduanas el gobierno no es responsable de esos dramas familiares. "Hay que centrarse en la decisión de los padres de venir sin status legal. Nuestro trabajo es hacer cumplir las leyes", explican desde allí, Para Dominga, la madre de Tomasa, la perspectiva es distinta. Los chicos le preguntan: << ¿cuándo va a volver papá a casa?». No sé qué decirles. ?confiesa, mientras se le llenan los ojos de lágrimas << ¿Qué voy a hacer con ellos?" >> se pregunta a sí misma, angustiada. Donanfer.
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