Prometeo Encadenado
(Esquilo)
Alabada por los románticos por ensalzar la rebeldía ante los dioses, la tragedia de Esquilo (que para algunos expertos presenta dudas de autoría) esta llena de insultos y menosprecios Al rey de todos los dioses, Zeus, de quien se dice que todos los demás son esclavos. Fuerza y Violencia, con la ayuda del herrero Hefesto clavan al titán Prometeo a una roca, donde debe permanecer castigado y sabedor de que un águila se aproximará cada día a comerle el hígado. Hefesto manifesta la pena que le da su labor, pero los otros dos le dicen que no debe sentirla y que no quiera él verse en una parecida.
Cuando está sólo, Prometeo recibe la visita de varias divinidades, como Océano o Io, ésta última castigada a errar por la celosa Hera, que ha visto cuánto atrae a Zeus. Prometeo les narra la maldad de Zeus, que pretendía liquidar la raza de los hombres, lo que él lo evitó dándoles el fuego (al que va aparejada la industria) para que pudieran sobrevivir, y ése es el castigo que ha recibido. También dice que él sabe que Zeus cometerá el error de unirse con una mujer cuyo hijo será su liberador (Hércules).
Entonces aparece de parte de Zeus el mensajero Hermes y le conmina a que le revele el nombre de ese liberador, a lo cual se niega. Además, echa en cara a Hermes su servilismo: "Debes saber que yo no cambiaría por tu papel de esclavo mi destino". Y se justifica en sus constantes ataques a Zeus: "Hay que insultar a aquel que nos insulta". Como Prometeo se obstina en no hablar, la última acotación de la obra nos revela que "en medio de un fragor horroroso de rayos y truenos se hunden las rocas y Prometeo y el coro son sepultados bajo ellas".
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