La Lozana Andaluza
(Francisco Delicado)
Obra narrativa dialogada, en la línea de La Celestina y claramente influida por ella. Sin embargo, carece del entramado trágico y de las tremendas colisiones ideológicas que dan tanta trascendencia a aquella. La lozana andaluza se limita a ser el retrato colorista y desenfadado de una joven puta y curandera en la Roma renacentista, en el que lo que más destaca es la frescura con que queda reflejado el lenguaje popular. La intención es recreativa, pero también reivindicadora de una actitud pagana y sensual de la existencia propia del renacentismo. Algunos especialistas han apuntado que la historia puede ser considerada como un relato de las mocedades de Celestina, ya que efectivamente la protagonista inicia y se consolida en los mismos oficios que practicaba aquella. Pero en Delicado hay una jocosa intención de ejemplaridad que no muestra Rojas respecto a su propio personaje. Aquí, Aldonza, llamada Lozana, es presentada, con cierto regocijo cínico, casi como una santa o sabia a cuyos servicios llenos de ingenio y locuacidad acuden gentes a docenas, solicitándole audiencia con el mismo respeto que a un obispo. Esta Aldonza parte de ser una joven cordobesa, ni rica ni excesivamente pobre, cuya belleza le hace ser solicitada como esposa por un joven y rico comerciante. Ella acepta y se va de viaje con él, pero en Marsella aparecen unos hombres enviados por el padre del muchacho (que le tiene preparada una esposa más rentable), la raptan y la meten en un barco que acaba depositándola en las costas italianas, sola y sin dinero. Con el sobrenombre de Lozana (que le había puesto su novio) entra en contacto con españolas e italianas que conocen España y va aprendiendo de ellas el oficio de puta, curandera y hechicera, y pronto demuestra ser una alumna muy aventajada y con vocación de gran maestra. Después de describir esos inicios, la obra se convierte en una sucesión deshilvanada y caótica, pero regocijante, de escenas que recogen las diversas consultas, conversaciones, idas y venidas de la mujer, que deja pronto la prostitución para hacerse alcahueta y más tarde hechicera, y tiene como único amante fijo a su criado, un jovencito de grandes dotes sexuales: ¡No es de dejar este tal unicornio!, dice de él. A pesar de que la fidelidad a este amante se mantiene a lo largo de toda la novela, Lozana tiene oportunidad de gozar de otros escarceos en el transcurso de su recorrido. La apología de lo escabroso es la tónica general de la obra, apoyada en un gran conocimiento y manejo del vocabulario. Uno de los momentos más destacables es el brillante catálogo de putas que contiene el mamotreto XX ("puta" debe de ser, por cierto, la palabra más repetida a lo largo de toda la obra), La vertiente de curandera de Lozana es igual de divertida y también va preferentemente dirigida a las enfermedades consideradas menos honorables, desde las hemorroides a las venéreas. Tanto éxito tiene con esta labor que algunos médicos van a protestar porque les quita clientela. Pero hasta ellos utilizan sus servicios de alcahueta.
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