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Argentina Renace:las Malvinas
(BOLIVAR LOPEZ PANTOJA)

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ARGENTINA RENACE: LAS MALVINAS


Un jefe de estado argentino, en el siglo pasado concedió en arriendo a Gran Bretaña un conjunto de islas pequeñas, pedregosas, rocosas, áridas, de vegetación rala y raquítica azotada por fríos vientos procedentes del Antártico. AL firmar el acuerdo, el mandatario argentino sintió mucho alivio, pues aparentemente se una carga económica que pesaba sobre la economía del Estado, pues la administración de las islas ocasionaba considerables egresos monetarios sin prácticamente ninguna compensación.
Asì pues, estas semidesiertas islas fueron abandonadas en poder de los ingleses, quienes procedieron al sembrìo intensivo de pastizales especiales en terrenos áridos y la introducción de cantidades industriales de ganado lanar. La experiencia resultó alentadora para los empresarios británicos que empezaron a exportar grandes cantidades de ganado lanar al Reino Unido, justificando plenamente las inversiones y obteniendo excelentes ganancias para los ávidos empresarios londinenses.
Para los empobrecidos habitantes de las islas, este experimento significó el obtener algunas plazas de trabajo miserablemente remunerados y un trato humillante y despótico, despreciativo y en muchas ocasiones brutal de parte de las autoridades inglesas que gobernaban en las islas.
Quizás un siglo habrá transcurrido desde que los británicos desembarcaban en las Malvinas. Desde ese tiempo hasta finales del siglo XX, una vigorosa inmigración británica habían recibido las islas. Pero entonces sucedió algo imprevisto pero lógico: Argentina, con pleno derecho, reclamó la devolución de las disputadas islas. Lo que vendría a continuación era fácil de deducir.
La verdad para la mentalidad Latinoamericana era llana y sencilla: el Reino Unido tenia que devolver lo que no le pertenecía y que el dueño de casa reclamaba. Sin embargo, la cuestión no era tan simple, pues la diplomacia inglesa alegaba en primer lugar que los territorios en disputa estaban arrendadas con un plazo indefinido lo que en realidad así era, además ellos añadían que la población residente allí era inglesa, incluidos sus descendientes. La pérfida Albión recurrió además a otra de sus clásicas argucias paras tratar de demostrar la legalidad de ese inmoral despojo: un referéndum demostró que la voluntad del 90 % de la población era pertenecer al Reino Unido; pues bien, con esta mañosa acción, Inglaterra pretendió demostrar al mundo que la razón y el derecho estaban de su parte. ¡Pero se equivocaba!
Algo más de las tres cuartas partes del siglo XX habían ya concluido, cuando se instauró en la ARGENTINA una cruel y sanguinaria dictadura militar que arrasó con los derechos humanos de la noble nación del Plata.
Como es normal en las dictaduras castrenses, sus garrafales equivocaciones redundan en la quiebra de la economía que trae desempleo, angustia y miseria en la inerme población civil.
Para distraer y justificar estos descalabros, los dictadores iniciaron una brutal persecución a elementos izquierdistas, mintiendo descaradamente a la nación y el mundo, arguyendo que una insurrección comunista estaba en marcha.
Los disidentes, gente noble e idealista, fueron torturados con inaudita crueldad en la Academia de Guerra, céntrico edificio ubicado en el Corazón de de Buenos Aires; sus desgarradores gritos fueron ahogados por el intenso ruido callejero, propio de las grandes urbes latinoamericanas. Después se les anestesiaba y desnudos, eran arrojados desde un avión o helicóptero en medio del océano, con una gran piedra u objeto pesado atado a sus pies. ¡Malditos asesinos!
La condena internacional no se hizo esperar y organizaciones humanitarias mundiales, repudiaron estos crímenes atroces.
Uno de los dictadores, Rafael Videla, asumió todos los poderes. Para calmar en algo la creciente efervescencia interna y con una operación punitiva armada, recuperò por la fuerza ese territorio insular, desechando los temores de una intervención militar británica, pues el Reino Unido estaba lejos, nada menos qua a 14 mil kilómetros de distancia.
Sin embargo, Inglaterra se puso en pie de guerra. Armó una respetable escuadra con 2 portaviones, acorazados, destructores y buques auxiliares que desembarcaron miles de soldados en las desérticas y rocosas playas malvinenses.
Los soldados argentinos, expertos en torturar y masacrar a civiles inermes e inocentes, valerosos en violar a débiles mujeres y niños, fueron simples guiñapos humanos frente a soldados debidamente entrenados y cabalmente equipados para el combate. En este aspecto, fueron los Estados Unidos, violando descaradamente la doctrina ?Monroe? los que proporcionaron el equipo adecuado, incluso visores nocturnos, para el éxito de la fuerza expedicionaria británica.
La ?Doctrina Monroe? explica que ninguna potencia o nación extracontinental ?puede invadir algún país americano, sin ser repelidas por las fuerzas armadas norteamericanas, en unión con las de otros países americanos?.
¡ Qué ironía tan repugnante ¡
Una mención aparte merece la actuación de la fuerza aérea Argentina que se cubrió de gloria en la desigual contienda; puso en fuga y a la defensiva a la Marina inglesa, averió gravemente al portaviones de bolsillo ?Hermes, hundió al crucero? Conveyor?, puso fuera de combate a otros barcos británicos e inutilizó a los aviones de despegue vertical denominados ?Harrier?
Sus poderosos proyectiles franceses ?Exocet? demostraron una eficacia extraordinaria. Cuando estos artefactos escasearon, los valientes pilotos argentinos arrojaban manualmente otros explosivos sobre las cubiertas de los barcos enemigos.
A los heridos argentinos que caían en las garras británicas, aún a los que tenían leves heridas, los ingleses invariablemente les amputaban el miembro herido.
Asì terminó esa contienda afrentosa y humillante.
Hoy, Argentina, con nuevos bríos renovados y con la razón de su inalienable derecho, reclama ese territorio insular, parte de su patrimonio continental.



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