Dios En Una Harley (el Regreso)
(Joan Brady)
La inconformidad del ser humano no es otra cosa que la búsqueda permanente de algo oculto y promisorio. Esta es la razón por la cual mientras siempre se ha manejado el concepto del éxito, también impera la necesidad de justificar la existencia, siendo su único sentido la forma tangible. Por ello, los famosos cuentos de la abuela que se caracterizan por las frases ?se casaron y vivieron felices para siempre? no son más que una utopía, debido a que la acepción de la felicidad final es donde la historia realmente comienza. Esta vida está en constante cambio, transformación y regeneración, más allá de la perfección que todos hemos estado buscando de una u otra forma. En esta historia, el protagonista descubre que la vida es algo como una búsqueda falsa al ser un empleado, estar casado y tener dos hermosos hijos. Su trabajo no le satisface debido a la rutina destruye la magia que produce el haber terminado el trabajo cada día. Su esposa le muestra como volverse un verdadero ser humano igual a cualquier otro ?que vive y deja vivir? y sus hijos que tanto anhela representan solamente un compromiso o una responsabilidad y olvida el milagro que significa verlos nacer y crecer. De esta forma les niega el afecto que siente por ellos y los hace absorber las fallas y la frustración de sus padres, quienes vegetan en un mar de conflictos mentales y emocionales que no les permiten ver el verdadero sentido de la existencia. El protagonista trata de recobrar la verdad a partir de un segundo encuentro con alguien enamorado de la vida, llamado Dios, Jesús, Maestro o Poder Superior, al cual ha visto en una pasada oportunidad y se pronuncia como un humano así como él. En una motocicleta, sin perder la dulzura y la compasión, así como la protección del amor genuino que requiere este mundo para meditar en su búsqueda y en lo que realmente merece. Y de nuevo el sueño se retoma en un punto donde la pesadilla lo cambia y le hace reconocer finalmente que el ser simple y tierno es lo que lo vuelve a enamorar al descubrir que tiene nuevas oportunidades y sueños, que no son otros que aquellos que tuvo anteriormente: ser auténtico, donde el secreto de la felicidad se encuentra, compartiendo la vida en todo momento y aceptando a los otros tal y como son. Descubrir a Dios de nuevo es una oportunidad para aceptar que la felicidad es la responsabilidad del regalo que Dios le dio en su segundo encuentro.
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