Resumo de La Montaña Mágica

Thomas Mann despliega en esta obra da casi mil páginas su enorme capacidad para pintar la condición humana ejemplificada a través de los personajes más disímiles que proceden de diversos lugares de Europa.
La vida de Hans Cartop en una residencia para enfermos tuberculosos, se va desarrollando entre sus insólitos compañeros y a pesar de la monotonía del ritual al que los obliga el tratamiento, la atención del lector no decae gracias a los matices innumerables que el autor sabe encontrar para describir los sentimientos de los protagonistas.
Hans Castorp ha llegado a ese recóndito lugar de los Alpes Suizos para visitar a su primo enfermo, pero a partir del momento de su llegada va quedando atrapado en el lugar ya que a él mismo se le diagnostica la enfermedad. El mundo de "allá arriba" como él lo llama es tan diferente del de los sanos- " el mundo de allá abajo"- que no sólo las relaciones sociales se manejan con códigos diferentes, sino que las nociones de tiempo y espacio son otras. Esto le da al autor la oportunidad de reflexionar largamente sobre esos conceptos - duración, velocidad, distancia, extensión- y en varias oportunidades se extiende para analizarlos con agudeza, de modo que podemos llegar a concluir que ésas son verdaderas categorías culturales.

El paisaje, o, mejor aún, el ambiente en que se desarrolla la acción, está en clara sintonía con ese tipo de vida que llevan los enfermos para cumplir con su riguroso tratamiento. Aún el clima, poco cambiante, así como el pálido color del cielo que uno imagina en este tiempo en el que casi no se diferencian las estaciones, contribuyen a crear esa atmósfera particularmente extraña. Los momentos de animación son tan escasos, que cuando se dan resultan memorables. Como cuando Hans se lanza a un paseo deslizándose por las pendientes, que se transforma en una verdadera aventura, o varias de las animadas reuniones en las que los enfermos disfrutan de la conversación y las copiosas comidas y bebidas.
Pero hay también momentos conmovedores, cuando todo el grupo debe enfrentarse a la idea de la muerte innombrada, el "éxitus". O como cuando cada uno va descubriendo sus sentimientos y trata trabajosamente de explicarlos a los demás.

Cada uno de los personajes brilla con sus características particulares: el bondadoso Joachim, primo de Hans Castorp, al que la enfermedad frustra su vocación militar; Settembrini, el humanista librepensador en su eterna polémica con Naphta el jesuita; el inefable Dr. Behrens, "Radamante" y el mayestático y estrambótico Peeperkorn, que aparece casi al final de la narración. Pero sobre todo Madame Chauchat, que introduce la nota sensual alrededor de la cual giran varios de los personajes masculinos van despertando nuestro interés a lo largo de esta novela en la que los extensos diálogos podrían llevar al hastío. Por el contrario, seguimos su desarrollo con ánimo atento y siempre encontraremos matices nuevos, aún en lecturas subsiguientes, como ocurre con los verdaderos clásicos.

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