Leviatán
(Paul Auster)
LEVIATÁN Autor. Paul Auster Una serie de episodios y de semblanzas se entrecruzan dibujando el perfil de su protagonista, Ben Sachs, y describen los motivos que lo llevan a convertirse en una especie de terrorista ? inofensivo hasta cierto punto, porque evita cuidadosamente segar vidas humanas. Objetivo único: la Estatua de la Libertad, para sus compatriotas y para muchos otros, símbolo inapreciado de democracia, libertad e igualdad ante la ley. Ben, un posible alter ego del autor, despliega a lo largo del libro una serie de rebeldías a las que el personaje del narrador, su fiel amigo, se niega. Así, de algún modo un personaje completa el otro, y reflejan con sus opuestos modos de ser, distintos puntos de vista sobre la literatura y el compromiso político, sobre el quehacer literario o el hacer en un mundo real colmado de males que contradicen los valores de la emblemática escultura. La violencia aparece una y otra vez en sus distintas variantes, una violencia que parece ser parte constituyente de las sociedades humanas. Sea a través de un impulso inconsciente de suicidio, del asesinato deliberado de un joven inocente, de la actuación interesada de los medios de comunicación o de la solapada violencia de la pobreza, todo lleva a que Ben Sachs, antiguo objetor de conciencia en la guerra de Vietnam, y que por ello sufre cárcel, escritor alguna vez de moda y de ardiente imaginación, en un intento por crear una conciencia distinta, termine ejerciéndola allí donde se eleva el símbolo más representativo de los valores que esa violencia intenta aplastar. Intento que a su vez es autodestructivo. Y el narrador, paso a paso, reconstituye la serie de historias que configuran la vida del protagonista, mientras que él mismo, lejos de rebelarse, continúa su tranquilo camino de obediencia social. Los personajes secundarios cobran a mi juicio mayor relieve que el protagonista, seguramente porque son más reales, porque los sentimos cercanos; son, sin excepción figuras femeninas de atractiva y enigmática personalidad. Comparados con la fuerza interior que éstas trasmiten, Ben Sachs y el propio narrador parecen forzadas creaciones literarias y nos convencen menos, a pesar de sus largos discursos y sus curiosas aventuras. Imágenes de personajes y ciudades, escenas de la vida americana, resuenan como la orquesta que anima y da vida a los vericuetos de una narración que intenta explicar las contradicciones que afectan a los intelectuales de EEUU y a gran número de sus habitantes, ante las actuaciones de gobiernos, funcionamiento de leyes, y política exterior que continuamente se oponen a los ideales representados por la escultura que se convierte en objetivo de los afanes terroristas de Ben.
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