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Educación Y Sociedad. La Educación En México. Primera Parte
(Alfredo Macías Narro)

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En esta obra, se abordan con espíritu crítico, las diferentes concepciones que, sobre la educación han prevalecido en México, desde la época prehispánica, especialmente, en la sociedad azteca, hasta la educación actual, bajo la concepción neoliberal del mundo. Así, la vasta educación mexica, aunque era un medio de control social y reproducción de la ideología teocrática dominante, también se orientaba hacia la realización individual en una sociedad basada en el trabajo colectivo.

En Europa, apenas apuntaba la unidad española hacia un nuevo orden con la expulsión de los musulmanes. Desde la óptica de las clases dominantes, las nuevas tierras y sus pueblos conquistados, debían someterse a este naciente orden, bajo los principios de la tradición escolástica y el humanismo latino, sin empacho de imponerles, brutalmente, un régimen esclavista; los indios estaban excluidos de esta sociedad. Paulatinamente, los religiosos imprimieron al proceso educativo diferentes enfoques, de acuerdo con las necesidades de las clases dominantes y con el objetivo evangelizador de consolidar el cristianismo.

La Universidad de México, asumió el liderazgo de la intelectualidad Novohispana, con un espíritu contestatario a la opinión europea del bajo nivel educativo y cultural de la Colonia. Con el advenimiento de la República, los liberales más radicales, veían en los recintos educativos un santuario ideológico del viejo régimen colonial y desataron una lucha político-ideológica por el control de la Universidad de México: pedían sustituir las universidades con instituciones diferentes, que respondiesen a las exigencias de las nuevas condiciones económicas; los conservadores, aunque favorecían la permanencia de las universidades, pretendían efectuar reformas retrógradas al sistema educativo. La lucha se encona entre las minorías hegemónicas más conservadoras y los líderes de la Reforma, quienes postulaban establecer un compromiso social con el pueblo mexicano.

El resultado de la Guerra de Reforma, fue igualmente antagonista; la nacionalización de los monopolios del clero y la prohibición de su participación en asuntos civiles, condujo, paradójicamente, a la orientación del sistema educativo hacia profesiones lucrativas, de interés para las clases dominantes, marginando a las clases bajas y los indígenas. El porfiriato, se caracteriza por brindar apoyo a la burguesía con políticas proteccionistas y paternalismo gubernamental, facilitando el saqueo de las riquezas naturales y la sobreexplotación de trabajadores y campesinos.

En contraparte, la política de Justo Sierra, se concreta en una pedagogía que redefine la función social de la universidad. El gobierno, durante la incipiente revolución, no materializaba sus planes de organización en el plano educativo. La inestabilidad, requería (y no tuvo), una refundación constitucional, como respuesta a las demandas populares y al desarrollo nacional.

Terminada la lucha armada, surgen organizaciones como la Confederación Regional Obrera Mexicana; ésta era la más importante del movimiento obrero mexicano y, significativamente respaldó a la escuela racionalista. Finalmente, la CROM declaró insuficiente ésta para satisfacer las aspiraciones del proletariado y propusieron una escuela de orientación socialista. El Partido nacional Revolucionario, formuló una propuesta educativa, de corte socialista. Esta mera idea, provocó una violenta reacción en la derecha mexicana, instigada por el clero católico; En 1936 el Congreso de la Unión aprobó dicha reforma. Oficialmente, la educación mexicana se orientaba a las clases populares, en todos los niveles y modalidades educativas. Se decretó la creación de instituciones de corte nacionalista y popular, destacando el Instituto Politécnico Nacional, pensado para buscar la independencia tecnológica nacional. Se fundaron escuelas normales rurales, escuelas vocacionales y centros de educación indígena. Simultáneamente, se introdujo en centros educativos consolidados, como la Escuela Nacional de Agricultura o la Escuela Nacional de Maestros, el espíritu de la reforma socialista. Se intentó forjar, en la práctica, un sistema educativo popular.

El cambio de gobierno, fue cambio de rumbo. Las restricciones, anteriormente impuestas a la burguesía nacional, impulsaron el modelo oficial capitalista del desarrollo. En sendas administraciones, se vivió un periodo de doce años de consolidación de la burguesía, cuyos capitales se reparten entre la banca especulativa y de desarrollo, y el comercio generalizado. Hacia fines de los 50, el Estado postulaba una educación enciclopédica y positivista, como base para instruir a los mexicanos. Se apelaba a la razón, como un remedio eficaz ante las desigualdades y la pobreza existentes. Estos principios, encontraron una dura confrontación con la realidad, no en las aulas, sino en las calles de la Ciudad de México. Confrontación que dignificaría al pueblo a través de los estudiantes. En ese 1968, el gobierno respondía a las legítimas demandas de los estudiantes y profesores con bayonetas y muerte. Desde 1970, el gobierno organiza, una "Reforma Educativa", en todos los niveles académicos, como una suerte de respuesta institucional a las demandas de la población. El llamado del movimiento estudiantil, a emprender los cambios necesarios para el país, desde la base misma, exhibió el anquilosamiento de las instituciones que, tradicionalmente, habían servido de fundamento a la maquinaria burocrática gubernamental. Con el sexenio 1982-1988, comienza la era neoliberal de la economía del libre mercado, modelo en que, a excepción de algunas acciones consideradas propias del Estado, las actividades y transacciones económicas serían, exclusivamente, entre los capitales privados, sin intervención gubernamental.

En la equidad social- educativa, parece ser que, en algunas escuelas privadas caras, en las que se forma la élite dominante, se refuerzan las desigualdades, al aislar al sector de mayores ingresos, impidiendo su socialización con los grupos de las clases medias y bajas. El crecimiento desmesurado de la educación privada, es un signo ominoso, al rehuír el gobierno su responsabilidad en la educación.



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