Resumo de El Tercer Reich. Una Nueva Historia

Poco a poco se olvida el régimen nazi. Durante décadas fue la encarnación del mal de la historia moderna. Cada cuando se pensaba en el siglo XX como el ?siglo de la violencia? aparecía toda la iconografía del nacionalsocialismo. Hollywood, que como pocos construyó el mito desde los años de la Segunda Guerra Mundial, ahora busca otros enemigos y deja para el recuerdo la caricatura de seres rígidos de voz rasposa.Michael Burleigh acomete dos tareas en su enorme historia del Tercer Reich (1932-1945). Puede resumirse en una sola máxima: abordar al periodo nazi como un ?régimen?. Ello resulta de separar su historia de la biografía de Adolf Hitler y enfocarla en cambio como el devenir de una ideología racista, y su pretensión totalitaria que se manifestó a través de sus políticas públicas. Cosa curiosa, la desmemoria induce a que obviemos cuán breve fue este régimen: apenas doce años. Fue para Alemania el principal legado de la fallida aventura de 1914, que los nazis rememoraban cual una gloriosa epopeya; tuvieron siempre una vocación para el fracaso. De este mito creador se derivaron su antibolchevismo, su versión del antisemitismo (la ?puñalada por la espalda?), su revanchismo e irredentismo, y su idea de la nación como una horda en marcha. Una vocación iconoclasta y revisionista anima a Burleigh. De entrada le parece claro que analiza el desarrollo de un proyecto político y social totalitario, similar a otros en Europa y semejante en lo esencial a la Unión Soviética durante la era de Stalin. Sólo que sus acentos se ponen en otros aspectos. En cierta forma es una de las primeras historias que no abordan el tema desde una perspectiva biográfica, si bien Burleigh narra bien sus anécdotas. Dicho enfoque pudo explicarse en los años cincuenta y sesenta porque muchos estudiosos vivieron las causas y las consecuencias del régimen. Actualmente gozamos realmente del beneficio de la visión retrospectiva, libre, por tanto, de la fascinación por el Führer y los demás personeros del periodo, o de la inmediatez de la conflagración mundial. La historia del régimen es, preciso es decirlo ya, mucho más que la biografía de Hitler. Y es que en una coyuntura muy favorable a un liderazgo mesiánico y un proyecto social xenofóbico su legitimidad bien pudo haberse cimentado sobre una amalgama de frustraciones nacionales, errores de los antiguos enemigos de Alemania, y la debilidad y el oportunismo miope de los partidos políticos germanos. Fue, en palabras de Burleigh, una forma infantil de hacer política llevada a cabo por adultos. Se basaba en marginar los problemas, lo difícil, lo complejo, a favor de la manipulación de la ingenuidad y de las emociones. Sí, el nazismo fue cursi, muy cursi. Y en nombre de la cursilería con adjetivo de patriótica, muchos alemanes abandonaron su sensatez y tradición de respeto a la ley para dar su conformidad a una revolución perversa. El Tercer Reich fue su utopía, su milenio, y como tal su pira funeraria.

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