Antes Del Fin
(Sábato, Ernesto)
Sábato, que en los últimos años se ha visto afectado por un progresivo deterioro de su vista, entrega aquí un documento testimonial, unas memorias, pero en el fondo más y menos que eso. Más, porque el texto reúne una serie de reflexiones de índole ético y político, y se trata de un testamento a las nuevas generaciones (esos que se lo encuentran por la calle y lo saludan, y le preguntan qué leer) y menos porque, menguada su salud, el libro ha dejado atrás la contundencia tanto estilística como del contenido, ya que es, tomando en cuenta la importancia de su obra y los derroteros de su vida, inevitable y lamentablemente breve (apenas por encima del centenar de páginas). El caso recuerda a Nietzsche y a su "Ecce homo", en el cual, y en otras obras tardías, las condiciones físicas determinaron un estilo más marcadamente aforístico, como para aprovechar los leves lapsos de trabajo que su vista cansada le podía conceder. El estilo de Sábato es aquí melancólico, se nota, con alguna tristeza, que es un hombre enfermo, que ya desde el título anticipa un desenlace pronto. No se le puede acusar, sin embargo, de senilidad, de cobardía, o de concesiones innecesarias a la edad, es tan solo el aire típico en él, de indeterminación, de inadecuación, que ya existe en "El Túnel" o en "Sobre héroes y tumbas", solo que aquí va acompañado de la evidencia y correlato físico del deterioro real. Sábato se aferra a la esperanza, se aferra a la evidencia de que los que no se suicidan se ven recompensados por la vida, aunque ese deseo sea a veces justificado y como parte de la existencia misma, junto con sus injusticias y sin sentidos. Este es, en alguna medida, el ambiente emocional del libro, y su mensaje pretende ser un testimonio y herencia para los jóvenes que, como él en sus tiempos, se ven enfrentados a la inequidad sin un claro partido para tomar, y que a veces tienen a la desesperanza muy a la mano, olvidando de que la comodidad es la mejor opción del cobarde. Aprovecha para aclarar algunos aspectos de su vida que le valieron reproches, en primer lugar, su abandono de la ciencia, pero también, su disidencia política del Partido Comunista. En la Argentina, desde los dieciséis años participó en movimientos de izquierda, anarquistas y comunistas, hasta que se decantó por estos últimos, fue en esos años que conoció a Matilde, su esposa. Eran los tiempos optimistas previos al stalinismo, y su afán le valió la permanencia en la clandestinidad, perseguido por la policía secreta de la dictadura de Uruburu. Hacia 1935, sin embargo, tuvo ya dificultades, originadas en un punto insólitamente apolítico: la dialéctica, aseguraba, era aplicable al ámbito del espíritu humano, pero no al de la naturaleza. La rigidez del Partido lo vio con malos ojos y se le ofreció un viaje a la Unión Soviética que al principio cándidamente aceptó, pero ya en Europa intuyó el engaño y pudo huir a tiempo a París de lo que para otros fue un duro destino: los procesos de adoctrinamiento. En la capital francesa conoció el mundo de las matemáticas en un libro robado, y entrevió allí una paz que lo cautivó. Ya en Argentina inicia sus estudios en el Instituto de Física-Matemática, y obtiene el doctorado, oyendo diariamente los insultos de los que lo llamaban traidor. Sábato está convencido de que Marx vino a oscurecer con pretensiones científicas el humanismo profundo del socialismo utópico. Se considera a sí mismo, entonces, un "francotirador solitario" poniéndose por su cuenta, y con los recursos a su alcance, del lado de los oprimidos, lugar este que es considerado sospechoso tanto por la extrema izquierda como por la derecha, que le atacan entonces por igual. Al acabar su doctorado obtiene una beca en el Instituto Curie, físico brillante, en París llevaba empero una vida doble: cuando no en el laboratorio, reunido con los surrealistas, dedicado a una bohemia que desmentía al día siguiente en el trabajo. Se le traslada al MIT (Boston) donde realiza una investigación sobre rayos cósmicos y vuelve a Argentina, allí da clases para saldar una deuda moral con la sociedad científica, y toma luego la decisión de renunciar a todo para iniciar desde cero, en la pobreza, una carrera literaria. Vive con su esposa y su hijo Jorge en una mísera casucha. Es visitado por varios colegas físicos, que lo convencen de terminar una investigación pendiente sobre termodinámica, pero nada más. A partir de allí, entre pobrezas y oportunidades, inicia su derrotero por el mundo de la escritura. Dedica Sábato muchas páginas de este libro a tratar múltiples temas sociales y políticos, como la radiación, la sociedad de consumo, el destino de los desvalidos, la desinformación generalizada sobre estos aspectos y otros muchos. Este es el aspecto de testamento para la juventud de este escrito. Al momento de redactarlo, vive el autor, sobreviviendo a su esposa y a aquel primer hijo, en la casa de Buenos Aires en que pasó casi toda su vida y donde vivieron los seres que quiso, y que le resultó luego una atalaya adecuada para hacer un juicio sumario sobre todo ese recorrido.
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