Los Trenes Se Van Al Purgatorio
(Hernán Rivera Letelier)
Los trenes se van al purgatorio es una obra del chileno Hernán Rivera Letelier publicada por editorial Planeta en el año 2000. Conocí ? leí- a este autor el año pasado en Chile, por mi manía de leer durante los viajes de vacaciones. Qué mejor entonces que, en Iquique, buscar un escritor de la región. Y fue una decisión acertada, ya que quizás de otra forma, no hubiese llegado a mis manos este pequeño libro, que tan bien nos introduce en un mundo de magia, al mismo tiempo que nos permite conocer desde la mirada literaria, la dura vida en el desierto y las minas.Algo que no puedo dejar de mencionar es cómo esta novela se inserta en una larga tradición literaria en la que el viaje en tren permite el desarrollo de una historia. Recuerdo así, en este sentido, el Orient Express de Graham Greene. En nuestro caso, el recorrido del tren son las abandonadas estaciones del desierto de Atacama y los personajes, los músicos, los enamorados, un enano que busca su circo perdido, una niña que representa la inocencia del hombre y la mujer pampino, pero también la violencia que, en el caso de la mujer, siempre incluye la dimensión sexual; los gitanos, acusados de robos y de incendios, un predicador y sus discípulos; en fin, toda esa galería de seres literarios, como la quiromántica que descubre la diferencia entre los vivos y los muertos, o esa madre que viaja en busca del cadáver de un hijo sacrificado inútilmente en esa eterna aridez del suelo; todos estos personajes que pueblan este tren latinoamericano, que nos lleva a nosotros los lectores, en su último viaje.Desde el primer momento de nuestra lectura nos acomodamos en los bagones de ese rutinario tren pampino, recorriendo ficticiamente el desierto de Atacama, el peor desierto del mundo, al decir del narrador de esta historia. En realidad, de uno de los narradores de esta historia, porque al adentrarnos en el libro, nos encontramos con la presencia de dos narradores formales, siendo uno de ellos, el ya nombrado, al que podemos denominar narrador literario en tercera persona y el segundo, cuyas intervenciones se marcan con letra cursiva, quien atraviesa con su relato, también en tercera persona, toda la historia principal, contándonos en forma exclusiva la historia de Ana Basilia. Al finalizar el texto, el lector descubrirá que esta otra voz narrativa es uno de los mismos pasajeros del fantasmagórico tren. Pero encontrará algo mucho más impactante, aquello que da unidad al texto como una novela hecha de pedacitos de historias diferentes, referidas a cada uno de los moradores de esa máquina infernal que atraviesa eternamente el desierto. Los pasajeros de ese tren no son cualquier pasajero y ese no es un viaje más, sino que el lector, de repente estará envuelto en una atmósfera mágica, donde la muerte será protagonista, al mismo tiempo que responsable de crear un espacio onírico, para entrelazar cada historia escuchada, con el sentido general de la novela. Este procedimiento narrativo nos permite hablar de un final sorpresivo, ya que, lo que parecía ser una mera novela de costumbres, descriptiva de los diversos personajes que habitan el norte chileno, esa pampa árida de minas y gente golpeada por ese sol eterno y ese frío nocturno que los mueve siempre en los extremos meteorológicos, termina siendo una historia fantástica sin perder por ello una fuerte impronta romántica, siendo un espacio para el recuerdo nostálgico de lo que ya no es, de lo que se quedó para siempre en el purgatorio del tiempo.Una prosa tranquila, con muchos recursos literarios tradicionales, nos hace adormecer en una lectura sin demasiados sobresaltos. Incluso la sorpresa del final ya comentada se va mostrando lentamente, con un dejo de nostalgia. Por supuesto, esta característica de la narrativa, será considerada como una virtud por algunos lectores o como una dificultad, por otros. También hay que decir que una atmósfera idealizada envuelve la descripción de los personajes, intentando construirun prototipo del hombre que llega al desierto en búsqueda de su destino. Nos encontramos así con la prostituta enamorada del amor, o el abuelo que actúa por amor a su nieta, o los enamorados ingenuos que se escapan del hogar para hacer realidad sus sueños primeros.Otro aspecto que debemos considerar al hablar de esta novela es el intento permanente de crítica social que se deja traslucir de una manera indirecta, nunca panfletaria. Por ejemplo, esto se hace evidente cuando uno de los pasajeros del tren recuerda la masacre que Iquique de 1907, o cuando se muestra en las descripciones la dureza de la vida del trabajador minero con los ?enganchados? y el ?enganchador? que van ocupando un vagón entero. La mentira que lleva a tantos hombres a creer en el trabajo del minero, y que solo les permite perder sus propias vidas es una de las problemáticas sociales presente en esta ficción.Como puede verse en estas líneas, realmente es una obra que permite diversas claves para abordar la lectura, lo que la hace, a mi juicio, recomendable, ya que podrá interesar por distintas razones, a distintos lectores, incluso a los que busquen algo de humor, el cual no está ausente de estas páginas brillantes de don Hernán Rivera Letelier. Un tren los espera, lectores, o también, un andén.
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