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Isosa. Fraude Transexenal A La Nación. La Historia Completa Y Los Documentos, Grijal
(Miguel Badillo)

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El 29 de agosto de 2006, Francisco Obel Villarreal Ontelo, director de Operaciones de Integradora de Servicios Operativos Sociedad Anónima (ISOSA), fue ultimado cuando dejaba a sus hijos en la escuela. La noticia dio la vuelta al país en medio de la crisis postelectoral. Parecía que se destapaba la crisis del sexenio. Y de nueva cuenta con un tufo a corrupción. Muchos recordamos el asesinato o suicidio en un paraje del Distrito Federal del ex subsecretario de Comercio Raúl Ramos Tercero, ligado al fallido Registro Nacional de Vehículos, iniciativa burocrática de privatizar servicios de manera tan secreta como turbia. El caso de ISOSA se asemejaba aun por cuanto esta empresa privada había sido creada en 1993 para brindar servicios de gestión aduanera al gobierno mexicano. Su creador fue precisamente el entonces subsecretario de Hacienda Francisco Gil Díaz. De hecho, tras algunos reportajes sobre el tema, la noticia murió en silencio. Pocos indagaron sobre ISOSA. Mejor hablar mal del Peje. Si bien no necesariamente fue una operación secreta, ISOSA lo fue muy subrepticia. En cierto sentido representaba un retroceso, disfrazado de modernidad, a una practica del siglo XIX de concesionar actividades del Estado a particulares con una lógica comercial. Una demostración de que, al cabo de muchos años, las decisiones de Estado en México podían ser asimismo decisiones de negocios. De entrada, una privatización no debiera ser algo malo, aun cuando desde el inicio la entrega o cesión de una actividad a quien pudiera realizarla con mayor eficiencia es mucho más que un reconocimiento de la urgencia de reorganizar al Estado en un trasfondo muy complejo. El problema es a quien se beneficia con la concesión, con la licitación, con la adjudicación. Al parecer no existe en ningún país de la OCDE, salvo en África donde los estados están minados por la corrupción, una gestión aduanera privada por la empresa madre de ISOSA. En México, por lo que es peor, y el libro de Miguel Badillo lo demuestra, ISOSA era investigado por la Auditoria Superior de la Federación, pesquisa que determinó que a través de su fideicomiso, la empresa en cuestión había desfalcado a la Tesorería de la Federación por 9 mil millones de pesos. Con la suerte de los protegidos, ISOSA no debía temer: pese a que el 99.9% del capital social de ISOSA es estatal, esta ?empresa privada? sui generis puede no ingresar un centavo al erario por concepto de lo que cobra por sus servicios a los importadores y exportadores. Como puede verse, comercio no sólo beneficia a los que compran y venden, sino a los que intermedian. Ahora bien, 9 mil millones de pesos es mucho dinero.Badillo es uno de los pocos reporteros o periodistas investigadores mexicanos. Desde las paginas de El Universal hace algunos años se afamó informando acerca de los negocios turbios del ahora curiosamente bien recordado sexenio zedillista. Que reaparezca con ISOSA. Fraude transexenal a la nación. La historia completa y los documentos es una señal de presencia y vigencia.



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