Historia De Mis Desventuras
(Pedro Abelardo)
Sinopsis Historia de Mis Desventuras AbelardoPedro Abelardo nacido en Bretaña; murió en Saint- Marcel- sur- Saône, el 22 de abril de 1142. Su padre promovió desde muy temprana edad, en sus hijos, el amor al estudio y al saber y el desprecio por las armas. Así fue como Abelardo se convirtió en uno de los más lúcidos investigadores, primero en la escuela de Roscellin, más tarde en París junto a Guillermo de Champeaux y por último con Anselmo de Laon. No tuvo nunca un maestro al que prontamente no emulara y superara, lo que lo llevó a exponerse a la hostilidad y la persecución de los mismos. Pronto se convirtió personalmente en maestro, primero de retórica y dialéctica siendo muy joven, y más tarde fue maestro de teología. Poseía una capacidad especulativa y dialéctica de excepcional potencia.Pero su vida daría un cambio brusco en el momento exacto en que pasa de ser preceptor a amante de su discípula predilecta. El amor, por Eloísa, discípula suya de la que se no sólo se enamoró, sino que fue correspondido lo llevó a casarse con ella en forma secreta. Eloísa era un joven muy inteligente y de buena formación cultural, que sabía latín, griego y hebreo.Lamentablemente fue cruel y sádicamente castigado por el tío de su mujer, el canónigo Fulberto, que deseaba hacer público ese matrimonio y que, como cuenta el mismo autor en esta obra, como resultado de esta acción, lo mandó castrar. Este hecho pudo haber determinado el final de Abelardo, sin embargo al sobreponerse demuestra una vez más que no sólo poseía una inteligencia fuera de lo común, sino una fuerza de carácter, capaz de hacerlo sobreponerse a toda tragedia. Pocos años después en 1108, profesó en la abadía de Saint-Dénis, mientras Eloísa, tomaba voluntariamente el velo en el monasterio de Argenteuil. Sufrió una primera condena en el Concilio de Saissons por tratar de dar a los estudios de Teología un viraje racional que aún no se le daba; esto lo obligó a arrojar al fuego por su propia mano libros de su autoría y a recitar el credo. Fue también expulsado de Sain- Dénis.Luego de dirigió a Troyes, donde fundó el Paráclito (1123). Los estudiantes acudían en gran número; pero la gran envidia de sus adversarios le obligó a dejar también aquel lugar, donde más tarde llevó a Eloísa con sus monjas, expulsadas a su vez de Argenuil y a aceptar el nombramiento de abad de Saint-Gildas, en la diócesis de Vannes, en Bretaña ( 1128-34). Este es uno de los más duro y crueles períodos de su vida: no tolerando los monjes su disciplina, tratan de matarlo, llegando hasta el extremo de verter veneno en el cáliz de la misa. En 1136 reanuda la enseñanza en París, sobre la colina de Santa Genoveva, y entre sus discípulos figuran Juan de Salisbury y Arnaldo de Brescia. Pocos años después aparecía su más batallador y más famoso adversario, San Bernardo. Y entonces es condenado en el Concilio de Sens (1141). Habiendo apelado al Papa , y mientras se dirigía a Roma, le acoge en Cluny, Pedro el Venerable, el cual en una famosa carta que le escribió a Eloísa, narra los últimos meses de la vida de su huésped, pasados en el silencio a que le había condenado el Papa. Pedro el Venerable, hizo trasladar su cuerpo al monasterio del Paráclito. El nombre de nuestro autor figura entre los mayores de la Edad Media, innovador en el tiempo y previendo el desarrollo de los más sutiles movimientos del pensamiento, fue el primero que sacó la teología del círculo cerrado de la tradición y la encausó hacia aquellas formas de estudio que se afirmarán en el siglo siguiente y que tendrán su maestro más importante en Santo Tomás de Aquino. Esta obra una larga carta escrita por Abelardo (1079-1142) a un amigo (que algunos consideran ficticio) entre su primera y segunda estancia en la abadía de Gildasaio, en Bretaña, de la que era abad: probablemente hacia 1136. Aquí Abelardo da un relato apasionado como era de prever por su propia personalidad y a la vez minucioso de toda su vida, empezando por la infancia, con todos los detalles de su amor hacia Eloísa y la relación amorosa que los unió a pesar de la separación, hasta el último día de sus vidas. También relata las penas sufridas a manos de sus envidiosos adversarios y de los momentos de gran turbulencia vividos con los monjes de San Gildasio y de la condena de Sissons Sin embargo el mayor valor está dado en la confesión sincera y el reconocimiento de sus defectos, entre los cuales, los importantes, según confiesa, fueron los principales el orgullo y la vanidad. Fue un individuo, no cabe duda de ello, de temperamento polémico y dialéctico del que quedan claramente declaraciones, en algunos ataques mordaces, dirigidos de vez en cuando a sus detractores, así como el análisis sutil de sus emociones, que es a su vez fuente de nuevos sufrimientos. Cuando Eloísa que ya era superiora del monasterio de Paracleto, se entera por casualidad de esta carta llena de resentimiento, decide contestarle al esposo que nunca olvidó y que nunca dejó de amar, lo cual dio pie al famoso epistolario de Abelardo y Eloísa. Pero esta obra, además tiene el gran valor de representar la única fuente de datos ciertos de la vida de Abelardo.
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