Cien Años De Soledad
(Gabriel García Márquez)
Sabuesos con Tonsura tras la Literatura Hispánica
La inteligencia contra la brutalidad armada
Es difícil imaginarse algo que desarrollándose en un periodo histórico crucial, careciera de un fuerte argumento. Empecemos nombrando lo que siempre en una u otra forma ha vivido la humanidad a través de las épocas: invasiones, guerras, procesos de paz, destrucciones y treguas. En todo lo anterior ha tenido siempre un papel preponderante la literatura, especialmente la americana, y la que vamos a referirnos mas a fondo: la literatura española y su máximo exponente: Miguel de Cervantes Saavedra. Hablando de los orígenes de la literatura hispánica, es un hecho, irrefutable, que ésta se desarrolló entre conflictos y encuentros culturales y religiosos que empezaron a procesar la búsqueda de una nacionalidad que definiera su identidad cultural de una vez por todas. El contacto hispánico con otras culturas altamente desarrolladas de los centros donde ahora es Andalucía (centros musulmanes), se mezcla con la de los reinos cristianos que es más austera por la influencia de los monjes de Cluny, que llegaron de Francia en el siglo XI, dando lugar a la cultura latina y eclesiástica.A pesar de que este es un periodo de luchas religiosas, la iglesia representaba la institución de más poder, ya que la cultura medieval era fundamentalmente piadosa, de manera que no sólo tenía la fuerza económica, por las donaciones de los feligreses, sino también contaba con el arma espiritual y militar: "guerra santa". INQUISICIÓN Y LITERATURA Muchos de los grandes escritores del llamado Siglo de Oro, (Siglo XVII) se vieron en la necesidad de escoger entre el destierro y otros muchos recursos indeseables, para lograr llevar a cabo el ejercicio de la creación libre y de la publicación de sus obras, y muchos se tuvieron que refugiar tras la sombra del anonimato, (El Lazarillo) para burlar el castigo de los sabuesos tonsurados, cuyo miserable orgullo consistía en vanagloriarse de que no había quedado ningún texto que diese cabida a judaizantes o herejes, que pudieran, de golpe, mover los cimientos de ese imperio teocrático, donde precisamente, el Santo Oficio de la inquisición jugaba un papel preponderante.Así va, poco a poco, gestándose una lucha que se volvería eterna, entre la necedad de la imaginación, desprovista de armas, contra la fuerza bruta y las amenazas, y la razón contra las acciones de terror investido de poder. Como se puede apreciar no fueron nada buenos los tiempos que le tocaron a Cervantes durante su triste vida, como no lo fueron para nadie en el campo literario. Sólo en los llamados "tiempos blandos" de la inquisición, se filtraron algunos libros con tintes satíricos, sin tropiezo ninguno. (La Celestina de Fernando Rojas). Algunos hasta se atrevieron a desafiar a los esbirros de la censura inquisitorial, diseñando trucos y poniendo en juego toda su astucia y estrategia para lograr el visto bueno de los inquisidores. Si Rojas, después de publicar su Celestina, sin tropiezo alguno, a pesar de la carga de sátiras que contiene la obra, no hubiera declinado su profesión de escritor, quizás no hubiera muerto de viejo, dedicado al simple oficio de escribano en Talavera. Años más tarde sale a la luz "El Lazarillo de Tormes" que es, de principio a fin, una crítica sin contemplaciones de la sociedad española de su tiempo, en lo más característico y representativo de sus personajes. Esta obra tampoco halló mayores dificultades, pero ¿qué hubiera sido más tarde, si su autor no se tapa con el manto del anonimato? ? Tal vez habría terminado en las tinieblas al igual que su libro "por sacrílego y subversivo".Cuando Cervantes comenzó a construir en su mente la estructura del Quijote, no era ningún novato en el arte de lidiar con los censores del Santo Oficio. Su entrañable amistad con el erasmista López de Hoyos le habían permitido conocer las iniquidades de que habían sido víctimas quienes no pudieran acreditar el dudoso honor de ser limpios de sangre. Cervantes, como buen cristiano, era adverso a toda forma de intolerancia, y jamás pudo entender la práctica criminal de la censura y la persecución, en nombre de aquel que predico el amor fraterno entre todos los hijos de un mismo dios. Cervantes conocía la triste realidad y no podía esperar que una sociedad teocrática e intolerable le permitiera atravesar las puertas de la protesta y la crítica. Fue entonces cuando comenzó a afinar los mecanismos de su ingenio para comenzar una lucha que se iría convirtiendo, a través de los siglos, en el combate más fuerte que haya librado la inteligencia contra las oscuras fuerzas de la estupidez con hábito. La obra de Cervantes es, entre muchas otra cosas, una muestra incomparable entre la eterna lucha de la inteligencia contra la fuerza bruta, la razón disfrazada y el terror investido de poder, antiguamente cubierto con sotana y hoy adornado con las insignias de un uniforme militar, en una contienda que no sabemos si algún día tendrá fin.El Quijote es una novela, que, como todas las obras capitales de la literatura, aún después de borrarla, conservaría las huellas del mensaje que llevó a su autor a contarnos como era ese laberinto alucinante de los libros caballerescos, en el que se metió aquel hidalgo de los de lanza en astillero, de cuyo nombre, ahora, todo mundo se quiere acordar. Juan Valenzuela O.
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