En Vísperas
(Ivan Turguenev)
Aunque sin las intrincadas y brillantes tramas de otros clásicos de la época, Ivan Turguenev marca un hito en esta novela al construir un personaje femenino de tintes románticos, con conciencia y firmeza para llevar a cabo sus decisiones por encima de la voluntad de sus propios padres. Turguenev escribe "en vísperas" de lo que se preveía grandes acontecimientos (el agotamiento del inmovilismo de Nicolás I y el reformismo de su sucesor, Alejandro II). Sin embargo, sobre el tono esperanzado del título prevalece cierto pesimismo y desconfianza ante la situación de su país. Parece envidiarse el ardor patriota independentista de los pueblos eslavos sometidos a los turcos. Se acaba la novela con la pregunta de cuándo habrá "hombres auténticos" en Rusia. La joven Yelena Nikolayevna, hija de unos acomodados burgueses, conoce al estudiante búlgaro Insarov, amigo de Bersenev, uno de los estudiantes que la pretende. El búlgaro, comprometido con la causa de liberación de su país, se encuentra temporalmente en Rusia en busca de mejores tiempos para la revolución nacionalista. Al enamorarse de Yelena, decide marcharse para evitar problemas y para no sentirse atado a nada. Pero Yelena, alertada por Bersenev, va a su encuentro y le declara su amor y se muestra dispuesta a seguirle a su país o a donde sea y a vivir en la agitación y la persecución política. Se casan en secreto, pero siguen viviendo separados en espera de acontecimientos. Los padres de Yelena le presentan a un pretendiente, del que ella dice en sus cartas a su marido que es un buen partido pero un déspota y que le recibirá con un gesto de burla. El padre de Yelena es caracterizado como un estúpido reaccionario: "El novio le gusta al padre ?siguió diciendo Nikolai Artyomevich mientras disolvía el azúcar?, pero ¿qué le importa eso a la hija? Esas cosas iban bien en los días patriarcales de antaño, pero ahora lo hemos cambiado todo. Nous avons changé tout ça. Ahora la niña habla con quien se le antoja, lee lo que le viene en gana. Se va sola a Moscú, sin criado o doncella, como en París; y todo como si tal cosa. El otro día pregunté dónde esta Yelena. Me contestaron que había salido. ¿A dónde? No lo sabían. ¿Es que eso está bien?" Al ponerse Insarov enfermo de los pulmones, Yelena va a visitarle y los criados le hablan a sus padres de su salida. Tiene que confesar que está casada y que se dispone a marchar con su marido. El padre amenaza con influir en el clero para que declaren el divorcio, pero acaba callándose por la intercesión de su esposa, la propietaria del dinero familiar, que aunque no está de acuerdo con lo que ha hecho su hija, cree que es peor volverse atrás. El padre acaba aceptando que su esposa pague sus deudas a cambio de callar y acaba disculpándose ante sus amistades diciendo que su hija es tan instruida que ha acabado casándose con un estudiante. Ante la imposibilidad de entrar en Bulgaria, el matrimonio hace un feliz viaje por Venecia. Sin embargo, la enfermedad de Insarov se agrava y muere. En lugar de regresar, Yelena escribe una carta a sus padres diciendo que se debe a la causa de su marido, que irá a Bulgaria y que se meterá a enfermera para trabajar por la causa. La carta concluye revelando de nuevo la decepción del autor por el inmovilismo que le toca vivir: "Perdónenme todas las amarguras que les he causado; no fueron voluntarias. Pero en cuanto a volver a Rusia, ¿para qué? ¿Qué se puede hacer en Rusia?" La familia de la muchacha viaja a Venecia y a Bulgaria tratando de encontrarla, pero no lo consigue.
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