Resumo de Rebelión En La Granja

El viejo cerdo Mayor reunió una noche a todos los animales de la granja Manor, para hablarles de la ingratitud, los malos tratos y privaciones de que eran objeto por parte de los hombres. Les vaticinó que llegaría el momento en que los animales ya no soportarían la tiranía a la que se veían sometidos, y se rebelarían en contra de los seres humanos, para independizarse y vivir en comunión y armonía, en una sociedad animal. Les aconsejó no olvidarse nunca de sus preceptos: el ser humano es el enemigo, nunca vivir en casa de un humano, nunca dormir en una cama, nunca probar alcohol, ningún animal deberá matar a otro animal, no comerciar con humanos. A los pocos días el viejo cerdo murió, quedándose a cargo de la situación dos cerdos, antagónicos entre sí: Napoleón y Snowball, por considerarse los más inteligentes de la granja.Un día, el granjero olvidó alimentar a los animales, lo que precipitó los hechos: los animales se rebelaron, golpeando al granjero y expulsándolo de sus tierras. A partir de entonces ellos mismos trabajaron las tierras, cosecharon los alimentos, se hicieron cargo del reparto de los alimentos y del descanso adecuado de todos. Tras rechazar un intento de los hombres por reconquistar la granja, Napoleón se hace cargo del control absoluto de la granja, tendiéndole una trampa a Snowball, a quien hace huir, con el apoyo de nueve feroces perros. A partir de entonces hace trabajar sin descanso al resto de los animales de la granja, racionándoles el alimento, y matando a todo aquel que se opusiera a sus órdenes, convirtiendo su recién adquirida libertad en una nueva tiranía. Los animales perciben que algo no está bien, pero nadie se atreve a expresarlo por temor a las represalias. Además, Napoleón se encarga de hacerles creer a todos que lo que hace es lo correcto, cambiando a su propio beneficio los preceptos que un día el viejo Mayor les enseñara.Napoleón les hace trabajar sin descanso para construir un molino de viento, pretextando el bien común que acarrearía tal edificio. Pero los únicos que no trabajan son los cerdos y los perros: se quedan con lo mejor de la comida, toman alcohol, comienzan a vivir en la casa del granjero, duermen en sus camas, incluso comienzan a vestirse y caminar como ellos. Pronto Napoleón inicia el intercambio comercial con los humanos, vendiéndoles parte de la cosecha, la madera, los huevos que ponían las gallinas, e incluso, vendiendo al matafire a un esforzado caballo que había caído enfermo, después de trabajar sin descanso para Napoleón, ante la mirada de horror e incredulidad del resto de los animales de la granja. Al pasar los años, los animales se llegan a preguntar si estaban mejor antes o después de la rebelión: no comen lo suficiente y trabajan hasta el desmayo. Un día, llegan humanos a visitar la granja, invitados por el ahora viejo y obeso Napoleón y su numerosa comitiva de perros y cerdos. El resto de los animales, con curiosidad, observan escondidos tras las ventanas. Los humanos felicitan a Napoleón por hacer trabajar a los animales por menos de lo que el resto de los animales de las otras granjas lo hacían, y se ponen a jugar cartas. Tras una disputa entre Napoleón y un humano por hacer trampa, los animales observan atónitos que ya no distinguen entre el rostro de los cerdos y de los hombres, que ambos son iguales, y que se han confundido.

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