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Magallanes. El Hombre Y Su Gesta.
(Stefan Zweig)

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Magallanes. El hombre y su gesta
Stefan Zweig
Novela
La ruta de las especias, se hallaba cerrada por el cerco árabe. Portugal, a través de Enrique, llamado ?El Navegante? tratará de unir al Occidente aislado, con el oriente perdido, en una hazaña que superará la de Colón: encontrar el paso que uniera Occidente y Oriente.
Pero esa idea no será algo que surgirá de su mente, sino de la mente despierta de uno de sus navegantes. Ya sea por error o no, por pura intuición o por usurpar conocimientos de otros, Fernando de Magallanes propone a la corte la búsqueda del paso que le permitirá dar la vuelta al mundo.No le es fácil, como no le fue a Colón, conseguir el apoyo, es combatido como lo fue aquel y tiene que sortear dificultades de todo tipo. Pero al final lo logra y es nombrado oficialmente por la corte para dicha empresa. Pero lo logra de mala gana, hasta que Carlos V se entusiasma con el hecho y hace que rápidamente el rey de Portugal, vea a Magallanes con otros ojos.
Magallanes y Faleiro y un tercer asociado; aportan un capital básico: Magallanes, su experiencia práctica; Faleiro, sus conocimientos teóricos, y Juan de Aranda, sus relaciones.
Magallanes ve superadas sus más atrevidas esperanzas. Nada tiene que perder y, en cambio ve ganancias en perspectiva, no ha puesto todavía sobre la mesa sus mejores naipes, hace una pausa, se aparta para ceder a su camarada Ruy Faleiro la argumentación cosmográfica que altera la ruta establecida, lo cual causa serios problemas.Ante el peligro, Magallanes, fervoroso católico, se humilla ante la voluntad inescrutable de Dios. Un mensaje secreto de su suegro, Diego Barbosa, le llega. No se sabe qué razones movían a Magallanes para alterar la ruta. Magallanes prefiere, a largas amenazas o transacciones, dar a tiempo con el garrote. Catorce días baldíos, por culpa del obstinado cambio de rumbo ordenado por Magallanes. También esta vez enmudece Magallanes. En realidad, se está preparando para la réplica. Al fin Cartagena se acalora y llega hasta el punto de negarle obediencia. Esta conducta da a Magallanes un feliz resultado a su favor. En paz llegó Magallanes, y en paz salía hacia más allá.
No es fácil desarrollar todos los pormenores que se suceden en este viaje, por demás largo y complicado que hasta ultimo momento da a Magallanes la alegría del triunfo y el sinsabor de la incertidumbre. Llega hasta las orillas de lo que hoy es Río de Janeiro, luego prosigue su viaje y llega hasta el río de la Plata que cree es el tan buscado paso hasta que se percata del error. Es la hora de que Magallanes ponga en tensión sus músculos de acero, pues ha ido ya demasiado lejos para volver atrás y de todos modos, ordena el avance. No se le oculta ya que la explicación debe ser inmediata. Los capitanes se niegan a proseguir. Sea dicho en su honor: los capitanes no atacaron arteramente por sorpresa, han declarado abiertamente:"¡El arco está tenso! Ponte en guardia o sé razonable?. Magallanes ha entendido la advertencia. Saben que para reducir a un adversario de su tesón es preciso ser potente y prepotente.Sólo le quedan dos soluciones. No debía ser interpretado este acto como conculcación del derecho de almirantazgo que Su Majestad confió a Magallanes. Pero Magallanes ya se ha decidido por lo otro: la solución heroica. Un combate se levanta en su ánimo, y dicta la sentencia: ¡Más adelante!".
Ya en el sur, apenas han cedido las furiosas tormentas invernales, intenta el primer empuje, pasa el tiempo, se impacienta con la mirada puesta en el horizonte, manda salir un bote, no puede ya, como en el Río de la Plata, conceder quince días, sabe que si los dos barcos han naufragado, todo está perdido. Ensanchándosele el corazón, escucha el relato nada bueno que le hace Serrão, toma su decisión a pesar de todo, reparte Magallanes su pequeña flota, los víveres son escasos, pero a él no le importa la vida mortal ante el inmortal hecho.... En su difícil situación, no puede pararse en consideraciones ni en fórmulas. ¡Más adelante!
Ante el ancho mar azul que se abre y que llaman Pacífico, Magallanes tiene conciencia de que ha logrado su fin. La estrella de Magallanes brilla en el cenit.
Sigue luego Magallanes, pausado, severo y solemne, con sus oficiales, seguro que ya lo ha alcanzado todo. Pero, ya en oriente una batalla sin importancia, frente al poderío bélico de los españoles, se le impone. Magallanes no piensa en un verdadero combate. Magallanes podía sin dificultad mandar ciento cincuenta de sus hombres a la isla, y desbastarla, pero no está para matanzas. Sin embargo los hechos lo llevan a ella y pierde ahí su vida, junto con dos naves: el San Antonio y el Concepción.
De los cinco barcos que habían partido, sólo quedaban dos y uno sólo sería el encargado de volver. La suerte quiso que nada de aquello que le fue prometido, en pago por realizar tamaña empresa, se pudiese cumplir, puesto que al termina el viaje ya su esposa y sus dos hijos también habían muerto.
Es para Elcano entonces, toda la gloria de Magallanes, justamente por ser tripulante del único barco que una vez salido del estrecho, decidió desertar.
En sus escritos, perdonó, indulgente, a Elcano.
¡Cómo se sienten aliviados al enterarse de que Magallanes murió!



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