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Una Mujer No Hace Un Verano
(Guillermo Niño de Guzmán)

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Guillermo Niño de Guzmán. Una mujer no hace un verano. Jaime Campodónico/Editor, Lima: 1995.

En 1984, el escritor limeño Guillermo Niño de Guzmán (1955) irrumpió en la escena literaria con el volumen de relatos Caballos de medianoche (1984), que contaba con un auspicioso prólogo de Mario Vargas Llosa. Semejante padrinazgo parecía granjearle un camino promisorio al autor; sin embargo,debieron transcurrir once años para que esa primera entrega narrativa fuese refrendada por otro proyecto. Tanto ese lejano estreno como Una mujer no hace un verano (1995) constituyen uneco de la importante pero a veces empalagosa escritura de Ernest Hemingway, el gran novelista norteamericano fallecido en oscuras circunstancias a comienzos de la década de 1960. GNDG nunca ha ocultado esa devoción por quien es considerado uno de los grandes estilistas del cuento moderno. En Caballos..., Niño de Guzmán prácticamente reproducía tipos humanos extraídos de lamirada individualista de E.H., teñida de un vitalismo difícil de encontrar en otras latitudes. Por otro lado, la imitación algo artificiosade la escritura del autor de París era una fiesta convertían al debut de GNDG en una suerte de catálogo de pequeños homenajes en memoria de su maestro, pero conescasez derasgos que permitieran anunciar a un autor con más personalidad. En escala menor, también caracterizaba a ese libro la pasión por el jazz y por Cortázar. El mejor cuento del conjunto, y eso no es casual, fusionaba ambos horizontes con solvencia, pero sin demasiada originalidad o vuelo.
En Una mujer no hace un verano encontramos, felizmente,a un autor maduro y más consciente de sus recursos, que no son pocos. Todavía persiste la deuda con Hemingway y, no obstante, se percibe unaconciencia creativa capaz de tomar distancia oportuna del ídolo. Incluso se conserva la inserción de viñetas narrativas -viejo recurso hemingwayiano-, colocadas antes de cada una de los diez relatos principales. Aquí, a diferencia de Caballos..., el conjunto de textos breves sí cumple con una función estructural y significativa, e implica un interesante contrapunto respecto a las líneas centrales del libro. Desfila así una convincente galería de personajes sumidos en la desesperanza, la destrucción moral o la resignación. Algunos se resisten y llevan a cabo actos compensatorios, a sabiendas de que es una batalla perdida de antemano. Buen ejemplo es "Noche para solitarios", donde dos perfectos desconocidos se encuentran una noche en cierto bar. De una charla trivial, el protagonista, que narra en primera persona, se desplaza al descubrimiento del otro, a través de una visita a la impresionante biblioteca, plagada de primeras ediciones y de rarezas que harían la delicia de un coleccionista.Al final, elnarrador sabe que esa amistad ocasional, un millonario ilustrado, vive una tragedia íntima: su bella esposa hace muchos años que yace postrada en el lecho, víctima de un ataque cerebral. En otro relato de gran factura,"La vuelta al mundo", unebrio patético, también acaudalado, bebe vodka tras vodka en el último piso de un edificio exclusivo. Su única compañía esuna chica,responsable de la barra en ese local de lujo desde el que se contempla una impresionante vista de Lima. El personaje fantasea una y otra vezsobre una viaje alrededor del mundo junto a la joven. Ella, entre conmovida y preocupada, se aparta bruscamente cuando él intenta acariciarle la mejilla. Luego, el beodoparte hacia la autoeliminación. Como en la mayoría delos relatos, se sugiere más delo que se muestra, y de modo muy eficaz. Por su parte, las viñetas intensificanla carga emocionalde las situaciones ficcionales: una voz, que se confunde con la GNDG, refiere sus experiencias en una país asolado por la violencia política. Son un magnífico correlatode los desgarramientos que vivenlos protagonistas de los cuentos, y ya no son reproducción mecanicista de las tácticas delnorteamericano. Saludablemente,Niño de Guzmán se ha atrevido a caminar solo, sin las muletas del fetiche; solo así, esos seres ficticios perode carne y sangrepueden encarnar las más secretas pulsiones de un verdadero escritor. (Felinorum).



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