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Minifaldas Del Diablo.
(Juanita Banana.)

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Minifaldas del diablo.En México, tarde o temprano, son las minifaldas las que pagan el pato de las pugnas políticas. Ahora resulta que también aquí en Jalapa, está prohibido enseñar las piernas y destacar el busto a las mujeres que tratamos de conseguir marido con los atributos que Dios nos dio. Yo, Juana Saldívar (conocida más bien por mi sobrenombre cariñoso de ?Juanita Banana?) tengo la mala suerte de haber sido despedida de mi trabajo como archivista en las oficinas de La Contraloría en la capital del estado mexicano de Veracruz. Les cuento mi problema: educada en el colegio de las madres adoradoras de Santa Felatoria en el vecino estado de Puebla, aprendí a enseñar lo mínimo posible de mi anatomía a la mirada invariablemente perversa de los hombres; a los doce, ya mis compañeras y yo sabíamos que es la mujer la que lleva al demonio en los pechos y bajo las faldas; que cuando los varones tienen, aunque sea un vislumbre de esas partes femeninas, se trastornan al grado de dejar de trabajar correctamente, de interrumpir sus estudios y de desobedecer a sus mamás. ?Por eso nunca los provoquen, hijitas?, decía Sor María de Fátima, nuestra madre directora. Sin embargo, en Jalapa hay una calle que se llama ?La Quebradita? y ahí las señoras caminan durante horas enseñando precisamente lo que está prohibido. Curiosamente, los muchachos más guapos de Jalapa, los de las mejores familias y los buenos coches, rondan los sábados por la tarde ?La Quebradita?. Se dice que dos chicos de muy buenas familias (uno ingeniero y el otro licenciado) se casaron con esas mujeres que se la pasan con los muslos al aire. En fin, que a los 17, cualquier chica de Jalapa tiene que tomar una decisión: o enseña para vender, o se queda con la mercancía que, con los años, se va echando a perder. La historia de Santa Felatoria ilustra una de esas tragedias provincianas: era la hija de unos comerciantes del ramo de la ropa, asediada por sus primos porque tenía unas formas de las que enloquecen a los hombres, sin embargo resistió la tentación de ponerse a la moda y así terminó como santa. Hay unos años de su vida que son un misterio y las monjas nunca nos hablaban de esos años, acaso la santa fue también una pecadora. Por cierto qué nunca supimos que quiere decir la palabra ?felatoria?, por más que la buscábamos en el diccionario. Bueno, pues para terminar el cuento, yo estoy en el dilema de convertirme en felatoria o seguir siendo sólo Juanita Banana. Por eso me compro una minifalda cada día de quincena y luego la luzco en las oficinas de donde me han corrido. Pero mis años van pasando y no consigo marido. Puede ser que sea tonta, porque Dios no nos da todo; yo tengo mis piernas y otras saben hasta sacar la raíz cuadrada; yo uso brasier 36 B y otras hasta manejan computadoras. Por eso ahora que sé han prohibido las minifaldas me encuentro en problemas muy serios; no se si irme los sábados a pasear por la calle de La Quebradita. Voy a rezarle todas las noches a Santa Felatoria para que me indique el camino.



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