Marco Aurelio, El Rey Sabio.
(Paulino Sabugal M.)
Marco Aurelio, el rey sabio.?Soporta y abstente?, decía Epicteto, el maestro del emperador romano Marco Aurelio. Estoicos, los dos, intuían la caída inminente de Roma, el crepúsculo de una era de gloria, de sangre y miseria espiritual. Hay una anécdota que ejemplifica la filosofía estoica y que algunos atribuyen al propio Marco Aurelio (quien pasó a la historia, más como filósofo y poeta, que como emperador ) la narración nos cuenta que había un romano muy rico y poderoso, queposeía cientos de esclavos, los que dedicaba al cultivo de la vidy a la producción de vino, el patricio se llama Publio Terencio y tenía una esposa inteligente y bella, con la que había procreado seis hijos. El lugar donde ocurre la historia es una provincia romana, en lo que ahora sería España. Publio hace un viaje de negocios a Roma, y en su ausencia, se produce una revuelta; los campesinos enfurecidos degüellan a la esposa y alos hijos de Publio y luego ponen fuego al viñedo. Cuando Publio regresa, ya los soldados habían sofocado la insurrección y (nos cuenta Marco Aurelio) Publio contempló la devastación, dio sepultura a su familia y luego se sentó sobre una piedra al lado del camino. Todos esperaban que estallara en lamentos, o que exigiera venganza, pero el patriciopermanecía sereno y hasta indiferente.-¿No sufres, acaso, por la pérdida de los tuyos y por la destrucción de tu casa y tu hacienda?- Le pregunta el generalque lo acompañaba.-No me quitaron nada que fuera mío- Responde Publio Terencio y continúa mirando el horizonte.?Soporta y abstente?, recomendaban Epicteto y Marco Aurelio. Nada nos pertenece más que nuestras vidas; los deseos, los resentimientos y el poder sobre los demás hombres son sólo ilusiones, amos invisibles a los que los hombres servimos como esclavos.Curiosamente, el propioEpicteto había sido un esclavo y Marco Aurelio un emperador; el primero murió oscuramente de peste y el segundo, defendiendo a roma contra los bárbaros. La única estatua de algún emperador romano que se conserva es la de Marco Aurelio y eso ¡por equivocación!; doscientos años más tarde, al fundir todas las estatuas de los próceres romanos, alguien confundió a Marco Aurelio con Constantino, el primer rey cristiano del imperio. Así, la representación en bronce del rey sabio se salvó de la refundición y ahora podemos verla en un museo italiano. Su mirada es neutra, parece ver más allá de las agitaciones mundanas; quizá piense (si las estatuas lo hacen) en que nada nos pertenece en la vida, más allá de la vida misma.
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