Resumo de Lolita - Vladimir Nabokov

Conuna voz de arrebatadora precisión psicológica, consigue Nabokov recrear brillantementeesta historia de amor que, tal vez, muchos no llamarían de amor, sino deperversión o enfermedad. Obra de notable controversia publicada en París en1955 y prohibida, por ejemplo, tanto en Francia como en Inglaterra, seguramente,nunca fue leída con impasibilidad o indiferencia.Accedera seguir a Humbert Humbert, confesión tras confesión, supone una zambullida enaguas laberínticas de inquietud fascinante. La lograda atmósfera de una malacasualidad nos enfrenta en cada página con el despropósito, y con la desquicianterealidad de poder llegar a amar y desear irracionales utopías, obsesiones casiinsanas a lo que, no obstante, se encuentra expuesta nuestra humana naturaleza.El vértigo al que nos somete Nabokov reside en lo sólido de la narración,prácticamente visual, y en la sospecha de que, fatalmente, la vida podríacondescender a aceptar el registro no tan imposible de la obra. Él, tatuado porla muerte prematura de su primera novia adolescente, ve petrificado el objetofemenino del deseo. Su capacidad de amor queda anclada a aquel recuerdo y se ahogaen un océano infantil. Ninguna curva madura le incita, ninguna mujer concarácter de mujer y cuerpo de mujer. Es incapaz de desear cualquier figura quese aleje de la silueta fina, juvenil, fresca e imberbe de su primer amorAnabel. La vida le lleva hasta Lolita, ninfa de impertinente belleza, todavíano florecida, sólo intuida por el ansia de Humbert. La eclosión de Lolita aúnno se ha producido, amenaza simplemente rebosar el vaso de la pubertad. El encuentro marca sus vidas, hasta la destrucción. Difícil establecerquién es víctima y verdugo, posiblemente la mayor pregunta a la que nos aboqueel autor. Lolita, como menor de edad, hubiera merecido la retirada oautocontrol de un adulto capaz de distinguir lo que todavía no puede poseer.Humbert, atormentado por el deseo anacrónico hacia una niña, y por ello tambiénvíctima de esa fatalidad, sucumbe a su vez a la picardía de Lolita que intuyeel deseo que despierta, y se complace en él haciendo gala de un mordiente ycertero coqueteo, sin intuir las consecuencias.La lectura no es sencilla. El relato en primera persona ofrece nítidas huellasde los senderos a continuar tras HumbertHumbert. Senderos entre llamas que él camina impotente. ¿O imponente?. Encualquier caso, que encuentre cada cual su respuesta a este libro incómodo ymagistral.

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