Resumo de La Tregua. - Mario Benedetti.

La Tregua. ?Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor? Cito, textual, este pasaje de Mario Benedetti porque me parece de una extraordinaria belleza poética. La honestidad, la sencillez y la revelación se aúnan como las voces de un coro en la distancia. Todos conocemos la anécdota de La Tregua y no voy a repetirla; en la Internet hay miles de sinopsis y reseñas críticas, creo que los lectores de Shvoong merecen algo más. Para mí, el mérito del texto de Benedetti está en lo que genera en mi persona, en cómo me conmueve. En primer lugar ocurre que suspende en mí cualquiera de mis defensas intelectuales para no entregarme; Benedetti me defiende contra mi coraza racional, pero sobre todo contra el miedo... el miedo que nos genera la Literatura cuando sugiere, bosqueja, no al mundo exterior, sino a la subjetividad propia. Su poesía me hipnotiza y ceso de hacer cálculos estéticos; asimismo, (después de leer La Tregua cinco veces) ya no me distrae la anécdota: sé que a los amantes va a separarlos la muerte. No, Benedetti nos obsequia mucho más en el subtexto que en el texto. A mi me habló de que la única redención a nuestras penas está en el amor: ?Ella me daba la mano y no hacía falta más?. Me dijo también que la vida sin amor es sólo la mitad de la vida y que el amor es imposible de representar en palabras y que es efímero, que invariablemente es un paraíso perdido, como son todos nuestros humanos paraísos. Hay pocos textos tan poderosos como éste de Benedetti. Porque también nos transporta al medio gris de la burocracia en cualquier país del mundo: ese trabajo con papeles igual todos los días, esa rutina de años, siempre predecible y siempre vagamente angustiosa por saber que la vida podría ser otra cosa. Sin que el autor mencione casi a Montevideo, uno siente su aire húmedo, sus lentas tardes, los árboles estáticos de las calles. La modorra vespertina cuando los burócratas regresan a sus escritorios después de la comida. Y de pronto, el relámpago silencioso de un amor naciente; la iluminación y también el miedo a la felicidad; las dudas, la entrega, la separación... la separación definitiva. Y, finalmente, la muerte, que nunca alcanza juntos a los amantes en este mundo del que nos vamos por nuestra cuenta y en momentos distintos. Por favor lean La Tregua de Mario Benedetti, les aseguro que, después de hacerlo, van a unas pser ersonas diferentes.

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