El Jardín De Los Cerezos
(Chéjov, Antón)
Liubov Andreievna Ranevskaia, una terrateniente rusa, y su hija, Ania, regresan de París para encontrarse con la noticia de que la antigua finca de su familia será pronto rematada debido a las deudas. Para todos se hace inconcebible la idea de perder su querido jardín de cerezos, famoso por su belleza y extensión, y objeto de tantos felices recuerdos de la infancia. Liubov Andreievna es una viuda amargada, marcada por la trágica muerte de su hijo, Grisha, que la había impulsado cinco años antes a dejar su casa y su antigua vida, para comenzar una nueva en París, pero que sólo le traería más penas. Ninguno parece tener la solución al problema: Gáiev, hermano de Liubov, se entusiasma con posibilidades vanas, como pedir más préstamos o acudir a una pariente lejana. Sólo Lopajin, un mercader amigo de la familia, hijo de esclavos que trabajaron en la finca, tiene un proyecto concreto: talar el jardín de los cerezos y construir parcelas de veraneo para arrendarlas. A la tradicional familia la idea le parece una locura, algo demasiado ?vulgar?, como dice Gáiev, y continúan en la esperanza de que algún milagro los salvará, mientras Liubov Andreievna sigue derrochando todo el dinero que les queda. El día de la subasta, Gáiev, acompañado por Lopajin, acude a la ciudad para intentar comprar la casa. En medio de una improvisada fiesta, Liubov y los suyos esperan ansiosos su regreso. Llegan rumores de que el jardín de los cerezos se ha vendido, y la ansiedad de la familia aumenta aún más. Finalmente regresan Gáiev y Lopajin con la respuesta: Lopajin, ebrio e intentando contener la alergía, admite que él ha comprado la propiedad, y estalla en risas al repetirse que él, el hijo de un campesino, el maltratado niño inútil e ignorante, ha comprado el jardín más hermoso del mundo. Al final, cuando ya lo inevitable de ha cumplido, la familia por fin mira hacia un futuro distinto: Liubov Andreievna regresa a París para encontrar, quizás, el amor; Ania decide estudiar para luego trabajar y sostener a su madre; e incluso Gáiev, el ocioso hermano de Liubov, se va a la ciudad para comenzar a trabajar como empleado en un banco. En medio de la habitual desorganización de la casa, Firs, el viejo criado de la familia, es dejado encerrado en la casa, cuando todos creían que había sido llevado al doctor. El contexto histórico y social de El jardín de los cerezos corresponde a la Rusia de fines del siglo XIX y primeros años del XX, un periodo de grandes cambios sociales iniciado cuarenta años antes, en 1861, con la emancipación de los siervos de la gleba, que permitió el surgimiento de una generación distinta y ansiosa de cambios, pero que produjo también la ruina de gran parte de la aristocracia terrateniente, incapaz de subsistir sin esclavos. Y aquí tenemos el tema principal de la obra: la decadencia de una clase social acostumbrada a vivir del injusto beneficio de un régimen feudal anacrónico. Esta decadencia es patente en la pintoresca figura de Liubov Andreievna, una viuda ignorante y tonta que se vale del derroche de dinero como medio para paliar la amargura de una vida insípida. El jardín de los cerezos simboliza un pasado de injusticia, de explotación humana, pero su destrucción última con el fin de construir parcelas de veraneo está lejos de representar un futuro mejor. En esta obra no hay ganadores ni perdedores. El mismo Lopajin, quien aparentemente se sale con la suya, termina completamente solo en su nueva propiedad, ?la finca en que mi abuelo y mi padre fueron esclavos, donde no les dejaban entrar ni siquiera a la cocina.?, y se nos muestra como un hombre frío y materialista, cegado por un delirio de riqueza, imposibilitado para corresponderle el amor a Varia, la hija mayor de Liubov, ni menos de comprender el valor sentimental que representa el jardín a sus dueños. El final no es para nada prometedor; y eso lo expresa bien el ruido infernal que se oye al término de la obra, comode un cable lejano y anónimo que se rompe, y que ya había anticipado el fin del jardín de los cerezos en el segundo acto. El mensaje es claro: a pesar de las reformas, a pesar de los cambios sociales, a pesar de que los nobles se empobrezcan y los burgueses se enriquezcan, la injusticia y la vacuidad del mundo prevalece. ?La vida ha pasado y es como si yo no hubiera vivido??, declama Firs, luego de quedar encerrado para siempre en la casa de sus antiguos amos. Chéjov describió El jardín de los cerezos como ?una comedia y en ocasiones más bien una farsa?. Esta dualidad entre lo trágico y lo cómico (no se confunda con una tragicomedia, género que presenta una comedia con final trágico), palpable a lo largo de toda la obra, otorga ese característico aire absurdo presente en otras obras de Chéjov, patente tanto en los diálogos superfluos como en los actos irracionales de sus personajes. El carácter de desencanto con la vida que se desprende de la obra, ha sido por muchos críticos y dramaturgos explicado por el precario estado de salud del autor al momento de escribirla, ya de cara a su muerte. Una obra de despedida, si se quiere.
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