Combate De Negro Y De Perros
(Koltès, Bernard-Marie)
Una empresa trasnacional francesa construye un puente en un remoto lugar de la selva senegalesa. Alboury, un joven negro, llega al campamento una noche para pedirle al capataz el cadáver de su hermano, quien trabajaba en la construcción. Horn --el capataz-- le da sus condolencias, le explica las causas del trágico accidente e invita a Alboury a tomarse un whiskey y conversar del asunto. Pero Alboury no necesita ni condolencias, ni explicaciones, ni un vaso de whiskey, él sólo quiere lo que todo ser humano tiene derecho a recibir: el cuerpo de un hermano muerto. Horn, evidentemente incapaz de dar solución a algo en apariencia tan simple, lo despide y le dice que vuelva al día siguiente. Cal es ingeniero de la empresa, parisino al igual que Horn, de temperamento febril y voluntad vehemente. Hablando con Horn, se entera de la visita de Alboury, y comienza una defensa desesperada de su participación en la muerte del negro. Horn lo tranquiliza, le dice que él se ocupará de todo. Cal le reprocha sus métodos racionales e indirectos. En los desesperados argumentos de Cal, se hace patente su miedo a Alboury, a los guardias negros del campamento, al pueblo y sus posibles represalias, y a todo ese maldito continente perdido. Horn, impaciente, le declara terminante: ?¡Todos te vieron disparar!? Luego el espectador es testigo de la profunda evolución psicológica de los personajes a lo largo de la obra: los vanos y sucesivos intentos de Horn por disuadir a Alboury de sus propósitos; la consternación e impaciencia de Cal, su fracaso en encontrar el cadáver que él mismo escondió, y su resolución final de matar a Alboury, a ?ese negro de mierda que en realidad lo que quiere es vengarse?. Vemos a Leona, una mujer parisina invitada por Horn a conocer África. Se nos muestra al principio como una muchacha medio loca necesitada de amor y protección; después Cal la declararía como una simple puta; y finalmente reconoceríamos en ella a una mujer descastada, ansiosa por escapar de un mundo al que cree no pertenecer, deseando ser negra y así ser aceptada por Alboury y los suyos. Y hacia el final del relato descubrimos que tampoco Alboury era ese simple negro ingenuo al que se le podía convencer de cualquier cosa por algunos dólares. Horn sólo atina a balbucear cosas ininteligibles luego de oír su sentencia final: ?Si no puedo tener el cuerpo de mi hermano, entonces tendré el de su asesino?. Pero la acción no la realizará Alboury con sus propias manos, sino que serán los guardias invisibles del campamento quienes lleven a cabo la justa venganza ansiada por un hombre, por una familia, por un pueblo entero. El tema principal de la obra no es el racismo, ni el colonialismo, ni la explotación humana. Eso es sólo el telón de fondo. La obra nos habla de la incomunicación entre las personas, de la mentira y desconfianza presente en toda relación. Por siglos los humanos hemos formado sociedades y agrupaciones; está en nuestra naturaleza. Nos sentimos seguros entre gente parecida a nosotros, y desconfiamos del que no pertenece a nuestro entorno. Los habitantes de un país rechazan al extranjero, un judío no se sienta a la mesa con un cristiano, un africano sólo puede ser empleado de un europeo, nunca su socio. Los seres humanos somos como un inmenso árbol: dos hojas olvidan que pertenecen a una misma rama, dos ramas olvidan que pertenecen a un mismo tronco. Y el árbol, a medida que crece, cada vez se ramifica más. Los blancos (los "perros"), los más "crecidos", ya no tienen a nadie, su "grupo" se ha reducido a su sola persona. Alboury (el "negro"), más primitivo, aun al menos tiene a los suyos, a su tribu, a la que también pertenecen los guardias invisibles. Si la comunicación entre Cal y Leona es hipócrita y recelosa, los "diálogos" entre Horn y Alboury muestran la más completa incomunicación. Horn no atina más que a decir mentiras, y Alboury, aunque honesto y directo, es incomprendido por el capataz. En "Combate de negro y de perros" somos testigos del gran vacío de las relaciones humanas, y comprendemos que el hombre es un ser cada vez más solitario y desconfiado, y que la verdad terminará por convertirse en un imposible.
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