Trópico De Cáncer
(Henry Miller)
París a mediados del S.XIX. Es mediodía. El Sol se centra, magnánimo, en el claro cielo; la brisa arrulla la copa de los árboles y el movimiento coqueto de las aguas del río Sena proyecta el reflejo translúcido, fantasmal, del astro brillante. El espectáculo que se observa en los cantos del río contrasta estrepitosamente con la beldad del paisaje: un vagabundo con las vestimentas rasgadas, polvo en la cara y mierda en las manos (su hedor abarca una amplia circunferencia), se está muriendo de sífilis. Agoniza enfrente de todos. Su rostro morado, con ojos desorbitados inyectados de sangre, clama para que su martirio termine pronto. Gime, berrea, chilla, aúlla de dolor. Pero, su vista no se apartó ni un segundo de la majestuosa tarde que ante él se cernía. El contraste de lo bello con lo putrefacto. Henry Miller invita al lector a un viaje alucinante; donde con maestría exquisita logra demostrar que un mundo leproso, que se cae en pedazos, es complemento esencial de ese otro mundo sublime, hermoso y puro. Un viaje donde el lector se asquea hasta el vómito y a las dos líneas llora conmovido. Naturismo crudo y sórdido combinado con romanticismo sutil, rebosante de ternura. Escrito con pasión y rabia desmedidas, Trópico de Cáncer, es una descripción de la estancia en Paris de este autor norteamericano. Donde, viviendo como vagabundo, descubrió por qué la ciudad del Sena atrae a los torturados, a los alucinados, a los grandes maniacos del amor. Y nos lo describe con una elocuencia que muy pocas plumas poseen. Nos relata por qué en París se pueden abrazar las teorías más fantásticas sin que parezcan extrañas. Una ciudad donde todo adquiere un nuevo significado y los límites se desvanecen. Nunca un autor había explorado con tanta maestría los límites de lo asqueroso con lo delicado. Henry Miller muestra que el encanto de todo lo perfecto radica en la fetidez que irradia. Una majestuosa obra contada por una persona que llegó a dormir junto a los perros hambrientos debajo de algún bello puente a las verdes orillas del río Sena.
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