Cumbres Borrascosas
(Emily Bronte)
A quien diga que los hombres no entienden de cuestiones de amor, hay que recordarle que las más grandes novelas del género las han escrito, precisamente, hombres. No se puede ser hombre, escribir 'Madame Bovary' o 'El Rojo y el Negro' y luego alegar que no se sabe nada del amor. Excusas. Sin embargo, el principio se completa con una excepción: las más grandes historias de amor las han escrito hombres, excepto 'Cumbres Borrascosas'.
Tres hermanas Brontë decidieron un buen día escribir cada una de ellas una novela. Charlotte escribió 'Jane Eyre'; Anne, 'Agnes Grey', y Emily dejó para la posteridad la historia de un amor imposible en un ambiente gótico y con una atmósfera arrebatadora. Los desgarradores gritos de Heathcliff llamando a Catalina bajo la tormenta en las Cumbres casi pueden escucharse al leer el libro.
Heathcliff, un hombre de rudo carácter, guarda cierto rencor a la familia que lo acogió pero que nunca lo consideró nada más que un gitano sucio recogido en las calles. El niño se convertirá en hombre resentido pero enamorado, y acabará siendo el amo y señor de la finca de Cumbres Borrascosas. Es una historia de amores más allá de la tumba, de venganza, de odio y de tempestades. Mientras se lee el libro, uno tiene la sensación de que está lloviendo todo el rato, de que la tormenta es eterna.
Destaca, además de la turbulenta historia de pasión entre Catalina y Heathcliff, la riqueza de vocabulario de Brontë. Sólo eso ya hace preferible el libro a cualquiera de las películas que sobre esta obra se han rodado.
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