La Casa De Las Bellas Durmientes
(Yasunari Kawabata)
Parece tan sencillo: El señor Eguchi no debe cometer actos de mal gusto, no puede rozar con sus dedos la boca de la joven, ni intentar despertarla; sólo puede dormir a su lado. Eso es lo que le informa la encargada de la posada al señor Eguchi la primera vez que éste va a la Casa de las Bellas Durmientes. Porque la Casa de las Bellas Durmientes no es un burdel, es una posada para aquellos viejos acomodados que han alcanzado, o los acecha, como al señor Eguchi, la impotencia. Poco sabemos y mucho sospechamos del resto de la vida del señor Eguchi. Sabemos que alguien de su clase, de su condición, le habló de la posada; sabemos que le cuesta dormirse; que supone que a las jóvenes se les suministra un potente somnífero y que tiene junto a su almohada un sedante para cuando la presencia de esa muchacha, que lo ignora todo de él, le resulte insoportable. También sabemos que otro de los viejos de su clase, muere en la posada: se entera durante las exequias. Este hecho conmueve profundamente al señor Eguchi, pero no lo ahuyenta de la posada. Con el tiempo logra, a fuerza de una atrevida insistencia, entrar a la habitación y que sean dos las bellas durmientes que ocupan la cama. En el transcurso de la noche, una de ellas, morena y muy transpirada, muere. Cuando el señor Eguchi le avisa a la encargada ésta le dice: No se preocupe, su nombre no será pronunciado. Y también: Vuelva a la cama. Está la otra muchacha. De las jóvenes lo ignoramos todo excepto que alguna muere.
P. S.: En Memoria de mis putas tristes, García Márquez tiene la decente soberbia de citar a Kawabata, tal vez para que el homenaje no sea tan escandaloso.
Resumos Relacionados
- La Casa De Las Bellas Durmientes
- A Casa Das Belas Adormecidas
- Poema De La Culpa
- El Cielo Y El Infierno
- Refugio Azul
|
|
