La Metamorfosis
(Kafka)
<<The Metamorphosis>> Kafka Se despertó, Gregorio Samsa, una mañana, encontrándose en su cama y convertido en un monstruoso insecto. Era viajante de comercio y debía coger el tren de las siete. Llaman a la puerta. -¡Gregorio, no tenías que marcharte de viaje? -Le dice su madre. Le contestó Gregorio, horrorizándose al oir su propia voz: mezclada con un inhumano pitido. Después llegó el padre, para interrogar a su hijo. Más tarde, su hermana: -¿Gregorio, estás bien? -¡Ya estoy listo! -Respondió. .............. Las siete de la mañana. Sonó el despertador. Balanceándose cuan largo era, se dispuso a salir de la cama. Llamaron a la puerta del piso. Abrió la criada. Era el principal en persona. Gregorio se arrojó del lecho. Un ruido le hizo pensar al principal que algo había ocurrido en el dormitorio de la izquierda. El padre: -Gregorio, ha venido el principal. El principal:¡Buenos días, señor Samsa! Gregorio: -¡Voy en seguida! El principal: El jefe me insinuó una posible explicación de su falta; referíase al cobro que se le encomendó a usted hiciese anoche efectivo. Gregorio: -Una ligera indisposición impidióme levantarme; saldré en el tren de las ocho. -Y, apoyándose en el baúl, trataba de abrir la puerta. La madre: -Grete, ve a buscar al médico. El principal: -Gregorio habla con una voz de animal. El padre: -Hay que buscar un cerrajero. Un último esfuerzo y Gregorio consiguió abrir la puerta. El principal: -¡Oh! La madre se desplomó. El padre amenazó con el puño y después rompió a llorar. Gregorio: -Bueno, me visto al momento, recojo el muestrario y salgo de viaje. El principal lo contemplaba con una mueca de asco en los labios. Gregorio creía indispensable retener al principal. La madre: -¡Por amor de Dios, Socorro! Gregorio: -¡Madre, madre! Gregorio tomó impulso para dar alcance al principal, quién, de un salto, bajó varios escalones y desapareció. El padre empuñó con la diestra el bastón del principal. Amenazaba deslomarle. Gregorio volvió hacia su habitación: se apretujó en el marco de la puerta. El padre dióle por detrás un golpe enérgico que lo precipitó al interior del cuarto. En el curso de la noche, su hermana entró de puntillas. Le trajo un surtido completo de alimentos. Le gustaron las legumbres y la salsa; no los alimentos frescos. Había transcurrido un mes desde la metamorfosis. Él pensaba que no había que retirar nada de su habitación: bienhechora influencia que los muebles ejercían sobre él; algo que le permitía conservar su condición humana. Mas la hermana, que lo cuidaba, no compartía esta opinión. Le vaciaron su cuarto. Presa de inquietud, Gregorio se escapó. El padre le persiguió. Gregorio echó a correr delante de su progenitor. Así dieron varias veces la vuelta a la habitación contigua. El padre comenzó a lanzarle manzanas, había resuelto bombardearle. Le asestó un golpe certero. Gregorio quedó allí despatarrado. La madre le suplicaba a su marido que perdonase la vida al hijo. Tardó más de un mes en curar aquella grave herida, Nadie se atrevió a quitarle la manzana: quedó empotrada en su carne. Las fuerzas de la familia no daban más de sí; las de Gregorio tampoco. Un día, la asistenta, que entreabría furtivamente la puerta para contemplarlo, le dijo: -¡Ven aquí, pedazo de bicho!, ¡Vaya con el pedazo de bicho éste! Gregorio se volvió contra ella, en disposición de atacar. Ella, lejos de asustarse, levantó en alto una silla: quedóse en esta actitud. -¿Conque no seguimos adelante! -Gregorio retrocedió. Uno de los cuartos de la casa había sido cedido a tres huéspedes. Una noche. tras la cena, los tres leían y fumaban. Sonaba un violín que tocaba la hermana. Gregorio, atraído por la música, atrevióse a avanzar un poco. Estaba decidido a llegar hasta la hermana. El señor que parecía más autorizado, dijo: -Señor Samsa -mostrándole al padre, tras extender el índice en una dirección, a Gregorio. El padre trató de empujar a los huéspedes a su habitación; éstos no disimularon suenojo: habían convivido con un ser de aquella índole. La hermana: -Queridos padres, hemos hecho cuanto era humanamente posible para cuidarle. El padre: -Tienes razón. La hermana: -Este animal quiere apoderarse de toda la casa. A la mañana siguiente, entró en su cuarto la asistenta. Quiso hacerle cosquillas con el deshollinador, incluso empezó a pincharle. Y nada. Se fijó en él, y... dejó escapar un silbido de sorpresa... -¡Miren ustedes, ha reventado! La señora Samsa: -¿Ha muerto? La asistenta: -Esto es lo que dije. El señor Samsa: -Ahora podemos dar gracias a Dios. El cuerpo de Gregorio aparecía completamente plano y seco. El señor Samsa despidió a la asistenta e invitó a los huéspedes desalojasen la casa. La familia, durante los últimos tres meses, había permanecido encerrada allí. Salieron los tres juntos y tomaron el tranvía para respirar el aire libre de las afueras. Fueron cambiando impresiones acerca del porvenir. Pensaron en mudarse de casa: una más pequeña, más barata y más práctica. Grete, habíase convertido en una linda muchacha llena de vida. FIN. Raúl Ferreiro.
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