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Guía De Literatura Infantil
(Rocío Vélez de Piedrahíta)

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Rocío Vélez de Piedrahíta, en su Guía de literatura infantil, señala varios mitos y problemas que han surgido en torno a la literatura infantil. Hay quienes piensan que esta literatura puede ser perjudicial para los niños, pues supuestamente los mete de lleno en la irrealidad y no tiene ninguna utilidad para ellos. Creencias como ésta se deben al poco conocimiento y los prejuicios que existen en torno a la literatura infantil, lo cual se suma a una tendencia bastante generalizada que consiste en darle al niño literatura ?que le enseñe algo?, que lo instruya. Una de las causas de ello es el temor de los padres y educadores, quienes no quieren que una literatura de aspecto inofensivo adoctrine a los niños hacia un determinado modo de pensar que vaya en contra del suyo. Esto se suma a la gran importancia que se le ha dado al estudio y a la enseñanza en nuestros días, por lo cual los libros para niños (o por lo menos muchos de ellos), desde la primera infancia, tienden a enseñar por encima de todo, aunque se trata de adornar el aprendizaje con dibujos, historietas y estrategias afines. Sin embargo, el niño que recibe clases todo el día y debe hacer tareas no quiere que lo sigan educando en sus ratos libres. Él también quiere divertirse sin esfuerzo intelectual, sin tener que retener ni aprender. Esto puede ser una de las causas del éxito de la televisión y el desinterés general de los mismos niños hacia la lectura. La verdadera obra literaria no puede tener un mero afán pedagógico, sino que debe producir un goce estético. Esto no quita que las obras literarias enseñen las palabras, el trabajo con las palabras, las ideas que exponen, los sentimientos que allí salen a flote. Por ello, sí pueden ser útiles para la formación y desarrollo de los niños. Lo importante es favorecer el desarrollo del gusto estético, el amor al libro, el placer de leer e incrementar el vocabulario. Téngase en cuenta que el niño que es buen lector, sabrá emplear bien el lenguaje, comprender mejor los textos e incluso redactar y expresarse en una forma efectiva.
Según Rocío Vélez de Piedrahíta, un libro de literatura infantil, en primer lugar, tiene que ser literatura, es decir, tiene que reunir las condiciones para ser considerada como tal. Pero ?continúa la autora? las obras dirigidas al público infantil tienen sus propias exigencias: descripciones claras, ágiles y cortas; diálogo frecuente, rápido, con frases que transmitan el pensamiento completo en pocas palabras; acción ininterrumpida y variada que cree suspenso y conmueva, con una dosis elevada de imaginación, humor y poesía. Sin embargo, hay que andarse con cuidado al hablar de estas características, pues, así como no se puede encasillar la literatura, las obras dirigidas a los niños tampoco deben tipificarse y circunscribirse a cánones preestablecidos. Una obra con poco diálogo o carente de una fantasía desbordante puede ser del agrado infantil. La literatura infantil también puede evolucionar, tener sus propias innovaciones y no limitarse a un molde de ?exigencias propias?.
La literatura infantil tampoco es equivalente a literatura infantiloide y tonta, donde no hay ambiciones literarias y a veces se conjuga con el afán pedagógico. Este tipo de libros tiene abundancia de diminutivos y vocabulario reducido, ?para que el niño entienda?, ya asumiendo de antemano que el niño sería incapaz de comprender. Esa limitación de vocabulario (y extralimitación de diminutivos) implica un menosprecio por la capacidad de apreciación del niño, su buen gusto y su deseo de ser tratado en serio. De hecho, los autores clásicos que han cautivado el gusto infantil y juvenil hablan en serio y suponen que el niño sí les entiende. Hay que partir del supuesto de que es inteligente y sus sentidos están alerta.
Muchos definen como literatura infantil aquellas obras que fueron escritas pensando en el niño como lector, pero, aunque este grupo es numeroso e incluye obras de calidad, excluyeotras que son del agrado de los niños y no fueron escritas pensando en ellos, como Los viajes de Gulliver, Las mil y una noches y las Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe, entre otros.
De igual modo, tampoco pueden considerarse literatura infantil las obras escritas por niños, puesto que ellos han tenido un número limitado de experiencias y su redacción y gramática son elementales. Pero quizás lo más importante es la poca conciencia de las herramientas del lenguaje y del trabajo con la palabra que supone la escritura. Por lo general, el niño que escribe piensa en una anécdota interesante o un poema que le suene bonito y le guste.
Probablemente, la gran mayoría de los problemas que se han presentado en torno a la definición y práctica de la literatura infantil se deben principalmente a la poca valoración y respeto (a veces inconsciente) que se le da al niño, quien debe ser considerado un ser pensante, valioso, digno de respeto y atención, por lo cual la literatura que atraiga la atención infantil tampoco debe ser objeto de prejuicios.



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