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Las Amistades Peligrosas
(Choderlos de Laclos)

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Hábil trama de seducción narrada exclusivamente a través de una perfecta serie de cartas que cruzan entre sí los protagonistas. La Marquesa de Merteuil, bella viuda de buena reputación pero que ocultamente practica sin escrúpulos la seducción y el libertinaje, escribe al reputado conquistador vizconde de Valmont, ex amante suyo, para pedirle que seduzca a la quinceañera Cecile Volanges, con la intención de vengarse de los desplantes del conde de Gercourt, que acaba de obtener a la muchacha como prometida.
Valmont rechaza la misión porque se halla en casa de su tía, prendado de las gracias de una visitante, la bella y honesta casada Tourvel, y quiere poseerla para matar de esa manera el sentimiento amoroso que parece suscitarle: "Es preciso que yo logre a esta mujer para librarme de la ridiculez de amarla". En su respuesta, Merteuil acusa a Vermont de haber cambiado y haberse convertido en un pusilánime, aunque le ofrece volver a ser su amante si le trae pruebas de haber logrado superar los reparos de la mojigata Tourvel. Ésta se entera de la fama de libertino de Valmont gracias a unas oportunas cartas de la madre de la joven Cecile y aleja al hombre, aunque no puede evitar traslucir algunos signos de que comienza a subyugarla.
Valmont acepta entonces el inicial ofrecimiento de la marquesa de seducir a la quinceañera Cecile, no sólo para complacer a su amiga sino como venganza contra la madre de ésta, pues sabe que ha sido ella quien ha alertado a Tourvel. El hábil casanova consigue que la ingenua Cecile le entregue la llave de su cuarto, diciendo que es para facilitarle la entrega de la correspondencia del caballero Danceny, el joven enamorado que la madre le prohibe ver por preferirla casada con un mejor partido. Entonces entra por las buenas en la cama de la jovencita y sin encontrar demasiada resistencia, la inicia en las artes eróticas, a espaldas de su enamorado y con el aliento de Merteuil, a quien le da cuenta en sus cartas con todo detalle de esa relación.
Mientras progresa su aventura con Cecile, Valmont se jacta del placer que le produce ver lo lento pero seguro que va socavando la resistencia de Tourvel, a quien no deja de escribir cartas galantes. Un día, al declararle de nuevo su amor cara a cara, Tourvel, deseosa de decir que sí pero convencida de que no puede degradarse, no sabe por dónde salir y se desmaya. Valmont dice no querer aprovechar el momento porque lo que está deseando es que la señora se le entregue y no que él la gane, aunque en otra de sus cartas Merteuil le reprocha no haberse aprovechado. Tourvel se marcha a su propia casa para evitar caer en brazos de Valmont y éste aparece un día por allí, pretextando que va a disculparse, y la mujer se rinde por fin a su amor, convencida de que el amor del hombre es real y que si no lo hace así, él morirá de disgusto.
Valmont se jacta de su éxito y pide a Merteuil que se prepare para pagarle la prenda acordada mientras continua enredándose con otras amantes. La marquesa manda a Valmont las frases que debe escribirle a Tourvel para romper con ella y él las repite a rajatabla y se las envía a la incauta enamorada: su amor se ha acabado con la virtud de ella. Muerta de verguenza y arrepentimiento al descubrir la burla, Tourvel se mete en un cuarto del convento en que se educó e inicia una lenta agonía llena de delirios.
Valmont descubre entonces que Merteuil ha abandonado a su amante habitual, del que siempre le hablaba en sus cartas y ha iniciado un romance con el enamorado de Cecile, el joven Danceny, y le pide que lo abandone y se disponga a cumplir sus acuerdos con él. Las exigencias no agradan a la orgullosa marquesa de Merteuil, que le declara la guerra.
Valmont golpea primero y consigue que Danceny deje plantada a la marquesa, al facilitarle el acceso a Cecile que tanto tiempo llevaba el joven esperando. Furiosa, Merteuil se venga revelando a Danceny las relaciones que ha habido entre Cecile y Valmont. Danceny reta y mata a Valmont en un dueloa espada y éste, herido de muerte, le entrega la colección de cartas que le ha ido enviando Merteuil, que ponen al descubierto cómo ha planeado y alentado la corrupción de la señora Tourvel y de la joven Cecile, así como varios episodios con amantes secretos que le relataba.
Tourvel muere conociendo que su seductor acaba de morir. Cecile, rechazada por Danceny y avergonzada por el descubrimiento de sus relaciones con Valmont, se mete en un convento. Danceny decide meterse a caballero de la orden de Malta, aunque antes publica las cartas manuscritas por Merteuil. La reputación de la marquesa se viene abajo, lo que además le perjudica en un pleito judicial que estaba manteniendo, lo que la lleva a la bancarrota, y además enferma, coge unas viruelas que la dejan tuerta y deforman su cara.
"¿Quién podría no horrorizarse al pensar en las desdichas que puede causar una sola amistad peligrosa? ¿Y qué penas no se evitarían con reflexionar un poco más? ¿Qué mujer no huiría al oír la primera palabra de un seductor?" cierra la historia, en un tono de moraleja que al lector inteligente le resulta bastante poco creíble.



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