A través de siglos y aún en este que comienza, es sorprendente que sepamos tan poco de lo que las Escrituras Hebreas y Griegas (Viejo y Nuevo Testamentos) nos quieren contar. En las páginas que conservan historias, que nos cuentan de dioses, héroes, ángeles y demonio; así como cantos de esperanza, poesías que cautivan la pasión de los hombres, lamentaciones, etc; todo es tan enigmático que, creer que descubrimos la verdad de pronto se vuelve tan relativo, tan poco preciso.
Agradezco la diversidad de opiniones al respecto, porque gracias a ellas entiendo que somos individuos, y como tales, cada uno le da un significado e interpretación que le hace tomar las bases para la construcción de un ser humano nuevo. Yo no veo malo el derecho de pensar y dudar; no veo mala nuestra libertad de expresión, veo más bien una bendición, una fortuna de sabernos seres pensantes, reflexivos y capaces de decidir lo que nos venga a bien tomar de cada filosofía, mientras sea constructiva.
Lo que si me preocupa es que en la lectura de la Biblia nos atormentamos de manera recurrente como si anheláramos un castigo más que una vida placentera; buscamos como por tradición la parte más miserable del ser humano en todos los ámbitos de nuestra vida, como si quisiéramos cambiar el rumbo de las cosas hacia el deterioro y no a la construcción, a la creación de algo que nos permita rescatar y reflejar la parte gentil del ser humano. Es como si buscáramos un pretexto para provocar la ira de dios y con ello su castigo, su tormento. Y así concluimos el siglo XX, con temores de que fuera el tiempo que Dios trajera el temido juicio en el que La Bestia del Apocalipsis es exterminada y sus súbditos con ella.
En la Introducción de Apocalipsis, mencioné que la Biblia es un libro compuesto por varios más; que cuenta con un tema en común, pues están íntimamente relacionados. Todo gira en el esperado Reino de Dios. Debo mencionar que se trata de un libro complicado, puesto que de él se desprenden diferentes opiniones, tantas o más de lo que ya conocemos en la enorme cantidad de religiones hasta el día de hoy.
He aquí una opinión más sobre lo que despierta la lectura de unas páginas que almacenan poesía, historia, fantasía, simbolismos, sueños, etc. Es un tema interminable, pues está cargado de figuras misteriosas, y son casi incomprensibles para la mente del ser humano, como resulta con la mayoría de los libros sagrados. Es para mi, entrar como en otra dimensión que te captura de inmediato por el lenguaje tan variado que allí encontramos. Pero ayuda conocer el contenido de otros libros que le anteceden en el orden de lo que ahora conocemos como la Biblia.
Es justo en Génesis donde comienza todo el misterio, donde hace su aparición la primera profecía que nos llevará a entender el resto de las que fueron escritas a través de los siguientes 2000 años aproximadamente.
?Y pondré enemistad entre tú y la mujer (dirigiéndose Dios a la serpiente que indujo a Eva de comer el fruto prohibido); y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Tú le magullarás en el talón, y ella te magullará en la cabeza?. (Gén. 1:15). Una sentencia clara en la que Dios anuncia un fin, dando a conocer la aparición en escena de dos descendencias importantísimas en la historia de la religión, donde la descendencia de la Mujer, daría muerte a la descendencia de la Serpiente. Esta es la escena, en mi opinión, que debemos tener presentes en todo momento.
Tuvieron que pasar muchos años para entender que la mujer a la que se refería Dios, era tan simbólica como la serpiente. Que no pudo referirse a Eva, puesto que ella ya había sido desaprobada y condenada a la muerte, lo mismo que su linaje. Y la serpiente, el animal con el que charlaban, también debía morir en algún momento. Entonces, seguramente debía tratarse de personajes ?inmortales? a quienes Yavé se refería.
A medida que avanza la historia, Ezequiel nos cuenta que un Querubín hermoso se hizo altivo y rebelde (Ezequiel 28:13-19); y el mismo Juan nos dice que esa serpiente es a quien se le llama Diablo y Satanás, que traducido significan: ?Mentiroso y Opositor?, respectivamente. Sí, mentiroso, al asegurarle a la pareja que si comían del fruto que Dios les había prohibido no morirían; y que, es más, si comían de él ?llegarían a ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo? (Gén. 3:3-5). De esta forma, se oponía al propósito original de que solo hubiera un Dios.
Y la mujer, al parecer, no es una sola persona, sino una nación elegida que da a luz un Reino y su rey victorioso. Pues tanto una como la otra, así como sus descendencias, debían estar presentes en el Día que el juicio por Dios llegara. De hecho, a la nación de Israel se le conoció como la ?esposa? de Dios, Isaías habla de ese pueblo como si se tratara de una mujer (54:6), y Pablo dice en su carta a los Gálatas que ?La Jerusalén? de arriba es su madre (4:6,7,26), de nuevo refiriéndose a un grupo de personas y no a una sola mujer, suena lógico que se refiera al Israel espiritual entonces.
Continúa...
[email protected]