El Bar Del Infierno
(Alejandro Dolina)
El bar del Infierno-por Alejandro Dolina-(Editorial Planeta)-348 páginas-($ 30). Entre mitos y anécdotas Alejandro Dolina nació en Baigorrita y pasó su infancia en Caseros. En 1988 publicó su primer libro ?Crónicas del ángel gris?y en 1999 ?El libro del fantasma?. Durante el 2003 realizó el ciclo televisivo ?Bar del Infierno?, con relatos, tangos y canciones que derivaron en el disco Tangos del bar del Infierno. El narrador, en el Bar del Infierno, forma parte de una conspiración para salir del bar y está obligado a contar una historia a las doce de la noche, aunque nadie le presta atención. El mismo, anda con siete o cinco libros: el libro rojo revela los secretos de la libertad, el libro blanco contiene falsos secretos y el libro verde clarito es igual Al amarillo. Con el tiempo se han hecho duplicados y ya no se sabe si lo que lee es verdadero o falso; por ejemplo en: ?Después de años de ausencia, Alí el mercader de Tiro regresa a su casa. Lleva dientes postizos y un ojo de vidrio y una peluca roja. Su madre, al verlo, le dice: ?Este no es tu ojo, ni estos, tus dientes, ni éste es tu pelo, Alí?. El mercader contesta: ?tampoco soy Alí, madre?. Y la anciana responde: ?tampoco soy tu madre??. El Bar del Infierno es una recopilación de historias con final abierto en las que el narrador se apropia de la identidad del autor, aunque hay momentos en que una figura omnisciente toma contacto con el lector a través de sus sabias palabras. Dolina presenta una perspectiva plagada de múltiples dobleces y de formas inconexas que promueven la búsqueda de un destino o un bar al que todas las cosas convergen, un violáceo opuesto al camino virtuoso (o de redención) del alquimista. Como en las siguientes sentencias: ?Quiero morir, quiero morir, Yolao. ¿De qué sirve vivir si uno no es un Dios??. ?No importa lo que hagamos, nuestras acciones, en un sentido o en otro, son perfectamente fútiles?. La sucesión indefinida de relatos perpetúa la idea de una noción inalcanzable, que el autor no pretende descubrir concientemente. Las temáticas rompen y aplastan un mundo sin referencias, como si fuesen un abanico de elocuencia que encierra un abismo de irracionalidad. No hay planes o propósitos de cambio sino un final abyecto, el cual consiste en continuar contemplando el sufrimiento y las dolencias de la humanidad. Como en los siguientes fragmentos: ?Observen, observen, observen esa muchedumbre de hombres ineptos, muy pronto, al egresar de este recinto, invadiremos sus cuerpos del modo más humillante?. ?Ejércitos de caminantes señalan falsos rumbos. Hemos nacido para no llegar?. ?La agonía perturba mi estilo: me insinúa versos temblorosos e inevitablemente breves. Mi sangre es poca, el tiempo es interminable?. Los planteos de su lírica son un sinfín de nimiedades, una parodia comunicativa que conmueve a la gente cuando el autor habla desde la radio: tenue y grotesca, un eterno retorno al pasado cuyo significado se enraíza en sus primeras vivencias. Donde la sumisión del hombre ante los valores impuestos por la sociedad ilumina trágicamente un plasma que combina los colores (armonías) con las vibraciones de un coro (polifonía), bajo el retrato agónico de un Dios humanizado. Como cuando dice: ?Es probable que ellos piensen que la llave del bar es un acorde secreto, que la armonía es la puerta y que sus voces acertarán un día la combinación oculta?. ?El amor es una puerta y un beso es la llave. Aquí nos amamos a paso de búsqueda. Sólo nos detenemos a mirar al otro el tiempo indispensable para saber que no es el que buscábamos?. La recurrente mención de los barrios de Flores y Caseros encuentra en el relato una conexión con la ambivalencia de la filosofía china, con pequeñas sociedades secretas que cuentan con medios para realizarse fuera del tiempo (sin importar las limitaciones sociales o económicas). Magos, hechiceras y adeptos conforman el juicio metafórico del autor, que durante algunos instantes, con cierta gracia de historiador melancólico, narra sucesos que acercan la sabiduría callejera al lector. A pesar de las ineficacias gramaticales, las descripciones son sumamente ilustrativas (como residuos que bailan en la mente de los borrachos, de los jugadores y de las prostitutas). Además, es posible visualizar extáticamente una metáfora onírica entre lo maravilloso y la realidad del pecado, una inquietante travesía por los suburbios del espíritu del barrio, con un lenguaje fundado en la música y en la observación. Como en los siguientes presagios: ?El castigo injusto o equivocado produce un efecto disuasivo muy superior al de la pena justa. Casi nadie cree en su propia culpa?. ?La preferencia es lo que mata, la obstinada preferencia por alguien. Un verdadero inmortal no distingue a una amante de otra?. Una de las alternativas planteadas para escapar del bar sería?saber amar, sin sentirse dominado por las preferencias vulgares. Por Néstor Azuaga
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