Los diez mandamientos en el siglo XXI
Definitivamente el filósofo español Fernando Savater es de mis favoritos. ¿Quién no recuerda ?Ética para Amador? o ?Las preguntas de la Vida??, entre otros. Espero poder escribir sobre ambos en un futuro.
Los diez mandamientos en el siglo XXI, se trata de un formato para TV en España, como idea original, con la participación de algunos líderes de las Iglesias más reconocidas. Ahora, Savater publica algunas reseñas de dicho programa televisivo y nos ofrece ciertas críticas a las Sagradas Escrituras. Desafortunadamente, aunque Savater es un buen escritor y ocupa un lenguaje irónico en el que aparenta entablar una charla con el mismo Dios, autor de la Biblia, en mi opinión es un libro que no ofrece más de lo que ya hemos conocido como protesta al comportamiento religioso a través de los siglos. No obstante, la forma en que lo hace, el estilo es genial y atrae la atención de principio a fin.
En esta obra, el autor caricaturiza de forma simpática al Dios de la religión cristiana y judía. No más de lo que ya lo hacen algunos de los adeptos de las mismas.
Parece seductor como principio de una crítica más profunda. En realidad no estoy del todo segura a quién va dirigido, pero como los libros antes citados, me da la impresión de que los lectores más intrigados, serían los jóvenes. Resulta interesante la opinión de estas personalidades religiosas que como es lógico, defienden su papel como mediadores entre ese Dios y los hombres, comentando sobre las historia de sus religiones. Conocer el contraste entre dichas defensas y las cuestiones que de ellas se desatan por el autor, nos da una visión más amplia para formar un criterio muy particular.
Desde el primer mandamiento: ?Amarás a Dios sobre todas las acosas?, Sabater pone en tela de juicio la razón por la que Yavé exige dicha devoción. La Biblia describe o llama a Yavé, ?El Dios celoso?, ¿por qué? ¿Por qué es una obligación o mandamiento tener a Yavé como Dios exclusivo?
Y así, uno a uno es cuestionado cada mandamiento para entender si aún es vigente o a caso han pasado de moda. Con ejemplos claros, como si será pecado robar por cuestiones económicas un pedazo de pan para llevarse a la boca. Si se toma más de un día de descanso por razones obligadas pues el gobiernos no da para más empleos; cumplir una promesa cuando ésta representa una pérdida; solicitar que se termine una Vida porque una enfermedad está deteriorando la estabilidad física y otras cuestiones mucho más interesantes son analizadas con lupa y nos brinda la oportunidad de dudar si lo que tenemos aprendido como cierto es realmente así.
Nos da la posibilidad de aprender a ver la vida de otra forma, no tan seria y aburrida como de pronto nos hace mirarla la cotidianidad y la rutina. Nos enseña a reírnos de lo ?sagrado?; nos muestra a un Dios más gentil, quizá más grande del que nos enseñaron que era, al menos, a mi me hace pensar que un libro tan pequeño como lo es la Biblia, una morada hecha por manos de hombres tan pequeña, es insuficiente para que quepa allí. Y unas leyes tan estrictas, quizá en estos tiempos ya no nos funcionen tan bien. Eso depende, claro, de la vida que elegimos tener y de los criterios que cada uno adopte en su persona.
Quizá Dios no esté arriba en los cielos; quizá, si estamos hechos a su imagen y semejanza, tal vez nosotros mismo seamos dioses en proceso. Si a estas alturas del partido conocemos un poco más de lo que es bueno y malo, entonces tal vez es posible tomar las riendas de nuestras vidas y debamos aprender a responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos. Sin esperar premios o castigos, hay que aprender a vivir sin remordimientos. Siempre teniendo en cuenta que aunque somos individuos vivimos en una sociedad, y, por lo tanto, habrá que cumplir ciertas reglas. Ojalá, por convicción, sean las menos.
Esa es en mi opinión, la idea de esta obra, muy recomendada para quien tiene la apertura de mantener en todo tiempo un ojo críticoy para quien al final de la lectura pueda agregar un poco más a las líneas que ya forman el trabajo del autor. Finalmente, no solo es una crítica sin sentido a las religiones, es una voz que reclama el desempeño del papel en las iglesias y en el estado.
Elisa G. Altamirano
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