La Anciana Y El Perro
(Harouna Wane)
Sola, en una gran casa apartada de la ciudad, una señora muy mayor
esperaba a su hijo que vendría a visitarla. Estaba sentada en una
mecedora y leía un libro mientras acariciaba a su perro.
Pasados unos instantes oyó un ruido que procedía de la cocina:
era el grifo que, gota a gota, perdía agua. Se levantó, lo cerró y
volvió para continuar con su lectura, comenzando de nuevo a acariciar
su perro.
De repente, el ruido volvió a oírse, pero esta vez no venía de la
cocina, sino del cuarto de baño del primer piso. Fué hasta allí y cerró
el grifo que goteaba a un ritmo frenético, después de lo cual, volvió,
retomó su lectura y recomenzó a acariciar su perro.
Pero al poco tiempo, volvió a oír ese ruido: como agua cayendo
gota a gota a un ritmo endiablado. Así que volvió a pasar por la
cocina, pero nada, el grifo no goteaba; fué a los aseos del primer
piso, nada tampoco. Así que subió al segundo piso y se dirigió al
cuarto de baño. El grifo goteaba. Lo cerró pero constató que el ruido
persistía y que era muy cercano. Entonces se fijó en que la cortina de
la ducha estaba echada; se acercó y de un tirón seco la descorrió
¡Sorpresa! Se encontró con su perro degollado que se desangraba gota a
gota en el baño.
La cuestión todavía persiste: ¿Qué es lo que acariciaba la anciana?
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