A la hora de juzgar un libro, como sucede con la obras de arte, los criterios de evaluación que preceden al juicio suelen ser un tanto subjetivos. La mayoría de las veces incide la firma del autor más que su contenido, otras la difusión de la obra y el poder de las campañas de marketing editoriales. Es el caso de ?Brooklyn Follies? el último trabajo de Paul Auster, un libro muy promocionado, lanzado mundialmente, pero también muy esperado por sus innumerables lectores, en última instancia los verdaderos críticos de la obra. Como lectores que somos, diremos entonces, subjetivamente, tal vez arbitrariamente, que no estamos ante uno de los mejores libros de Paul Auster. Pero como somos amigos del tipo, y nos ha hecho pasar muy buenos ratos, para ser justos también diremos que estamos ante un libro dotado de una fuerza increíble. Presente en la historia central, en las historias que de ella derivan y que circulan a lo largo de los treinta capítulos que conforman ?Brooklyn Follies?. Está fuerza proviene de la intención y el deseo con el que las historias han sido escritas. El deseo de Paul Auster, la intención con la que escribe, no es otra que la voluntad de narrar, y narrar es estar vivo.
Por lo menos, así lo demuestra Nathan Glass, el personaje central de ?Brooklyn Follies?, un ex - agente de seguros, jubilado, cansado de la vida, que elige el neoyorquino barrio de Brooklyn para entregarse sin luchar a los brazos de la parca. Pero como la muerte tiene la costumbre de ser bastante impuntual, suele venir cuando le place, sobre todo en los momentos más inoportunos, a Nathan Glass, mientras espera, se le ocurre ponerse a escribir un libro. Este ?Libro del desvarío humano?, una recopilación de anécdotas cotidianas, vulgares, o sin sentido que le han ocurrido a Nathan o de las que ha sido testigo durante sesenta años, es precisamente lo que le salva la vida.
Está claro que Nathan Glass no logra burlar a la muerte, no se hace inmortal, pero a través de la escritura de ese raro manuscrito su vida recobra el sentido. No sé si antes lo tenía y lo había perdido, o sí el sentido de su vida estaba en ponerse a escribir un libro. Con Auster nunca se sabe porque su inmensa capacidad narrativa, la magia con la que enlaza frases, hechos, personajes, paisajes, historias, ?El libro del desvarío humano? que está escribiendo Nathan Glass en algún momento se convierte, o termina siendo, ?Brooklyn Follies? el mismo libro que esta escribiendo Paul Auster.
Porqué digo que no estamos ante uno de los mejores libros de Auster, porque algunas de las historias, aunque perfectamente escritas, extraídas magistralmente de la chistera, totalmente inventadas, no terminan de cerrar. ¿Quién va a creerse la historia de Harry Brightman? Un viejo y elegante rufián, que deja su librería de Brooklyn en herencia a los empleados. Aún más inverosímil es la historia del manuscrito original de Hawthorne, la del silencio de la pequeña Lucy, la del ?Hotel Existencia??Y de tantas otras que se cuentan en el ?Cosmic Dinner?, mientras Nathan Glass y Tom, su dubitativo sobrino, almuerzan sándwiches de pavo y repiten café.
El cierre de una historia hace a su credibilidad, pero aunque este sea un factor, o si se quiere, un criterio de evaluación objetivo, poca importancia tiene dentro de un libro de Auster. Sin embargo, para ser justos con otros escritores y otras historias, diremos que los sucesos narrados en ?Brooklyn Follies? no alcanzan la altura de ?Ciudad de Cristal ?, ?Leviatán?, o las de ?El libro de las ilusiones?. Pese a la fuerza que ya hemos mencionado, algunas de las historias que se cuentan parecen experimentos, pruebas en la escritura de Auster de algo por venir; algo que aún no termina de cuajar, que parece llegar pero no llega?
Merece la pena destacar que en este libro de Paul Auster, de una manera más explicita que en otros, se mencionan en la trama, aunque no la afectan de manera directa, sucesos reales que tenían lugar mientras el autor escribía lahistoria. De hecho, los personajes de ?Brooklyn Follies? parecen bastante preocupados por la elección de George Bush, manifiestan su aversión hacia los republicanos cada vez que pueden, reflejan el pensamiento de muchos americanos respecto a la guerra de Irak y a otras guerras, (quién no soñó alguna vez con su Hotel Existencia) y expresan, también un deseo, una intención: la de un mundo más justo, pero también más simple, sin idolatrías ni fanatismos, donde vivir sea un poco más fácil y seguro.
En esta línea narrativa encuentra ?Brooklyn Follies? su final. Nathan Glass, después de un falso infarto, sale del hospital la mañana del 11 de septiembre de 2001, parece que la vida continúa aunque un rato después la muerte reinará en Nueva York.
Por último, quiero agregar que si alguien está interesado en la idea que Nathan Glass expresa en el anteúltimo capítulo de ?Brooklyn Follies? se ponga en contacto conmigo, estoy dispuesto a llevarla adelante:
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