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El Silencio Blanco Y Otros Cuentos
(Jack London)

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Algunos de los más impresionantes relatos cortos del siglo veinte están en esta colección de historias de crudo efrentamiento (y generalmente, derrota) del hombre ante una naturaleza despiadada y ciega.
El silencio blanco refleja nítidamente la filosofía nietzchana de London: dos hombres blancos, Mason y Malemute Kid, en compañía de la esposa india del primero de ellos, atraviesan en trineo las tierras de Klondike a temperaturas de más de cincuenta grados bajo cero y con tanta escasez de comida que los perros están desfalleciendo y en algunos casos volviéndose peligrosos para los propios viajeros. Después de algunas torpezas cometidas por el nerviosismo que les invade, un tronco de árbol cae sobre Mason y le deja destrozado a pesar de que Malemute se mueve con rapidez y se lo quita de encima. Con la espalda y las piernas rotas, Mason pide que le abandonen enseguida y se ponga a salvo con su mujer y el hijo que ésta lleva en sus entrañas. Malemute pretende esperar unos días y ante su insistencia, Mason acepta que se queden veinticuatro horas pero ni un minuto más. El tiempo se cumple y Mason es abandonado después de rematarle y lanzar su cuerpo Al aire utilizando los árboles como catapulta.
El fuego de la hoguera (To build a fire) muestra la intensidad con que London sabía mostrar las situaciones límite. Un hombre avanza por Klondike con la única compañía de un perro tratando de llegar cuanto antes al campamento donde le esperan sus compañeros. Ha desoído el consejo de un veterano que le decía que nadie puede sobrevivir solo a más de cincuenta grados bajo cero está a cerca de setenta), pero cree tenerlo todo previsto: sólo necesita un fuego para almorzar y tener mucho cuidado para no mojarse los pies, porque la congelación le impediría seguir avanzando. El hombre enciende una hoguera y almuerza. Luego continua la marcha, tiene la torpeza de mojarse las piernas y se ve obligado a encender una nueva hoguera. Con las prisas, no tiene la precaución de alejarse de los árboles y una masa de nieve procedente de la copa de uno de ellos cae sobre la hoguera y la apaga. La rapidez con que ataca el frío congelando sus manos y piernas entorpece sus movimientos, lo cual London describe con una nitidez admirable. Lamentando no haber hecho caso al consejo de no partir solo, consigue encender un pequeño fuego, que enseguida se apaga. Las cerillas se caen de sus manos ateridas y es incapaz de cogerlas. Después de varios intentos, consigue manejarlas pero las prende todas de golpe y se queda sin la posibilidad de encender fuego. Recordando un suceso que le contaron, se le ocurre matar al perro para abrir su cuerpo y calentar sus manos, pero sus miembros están rígidos y sólo puede agarrar al animal unos minutos y luego tiene que permitir que se vaya. Comienza a correr a la desesperada, casi sin sentir los miembros, y acaba derrumbandose sobre la nieve. Se despide entonces de la vida y razona que morir de frío no es tan malo. Y así queda, tendido sobre la nieve mientras su perro se detiene al lado, esperando que reaccione y, cuando siente que ha muerto, se marcha.
En El burlado (Lost face), un polaco ex combatiente por la independencia, que ha ido a parar a las tierras de Alaska junto con aventureros eslavos de toda especie, ha sido capturado y atado al poste de tortura por un grupo de salvajes a los que habían esclavizado y que se disponen a torturar a todos con saña hasta la muerte. Cuando le llega al turno, después de haber visto cómo sus compañeros morían entre atroces tormentos, se le ocurre decir al jefe que posee una poción que hace a la piel invulnerable a las heridas y les convence para que le ayuden a prepararla. Cuando la tienen hecha, se la unta en el cuello y pide que intenten cortarle la cabeza con el hacha para ver su efecto. Así lo hacen y los indios ven que la cabeza del hombre se corta como cualquier otra y entienden que les ha burlado para evitar la tortura.
Por un bistec está situado en la civilizada Australia y es lahistoria de un boxeador viejo y fracasado, Tom King, que combina sus últimos combates con el trabajo de albañil y que está hasta arriba de deudas hasta el punto de que, en vísperas de un combate que puede reportarle treinta libras que necesita como el respirar, el tendero se niega a fiarle un bistec que le permita ir bien comido a la lucha. El viejo boxeador plantea el combate con toda su sabiduría (que London relata con detalle y total claridad), aguantando la lluvia de golpes y reservando sus fuerzas para cuando llegue su momento. Y lo hace bien, de manera que en dos ocasiones, a mitad de combate, tumba al joven, que sólo se salva por la campana. Pero no puede seguir en la misma línea porque nota que le faltan fuerzas para ello, justo las que podía haberle proporcionado el bistec que el carnicero no le ha fiado. Perdido su momento, King acaba derrotado sin remedio ante la mayor vitalidad del joven.



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