La Evolución Creadora 
(Henri Bergson)
  
Obra magna de este inclasificable autor (llámenlo       filósofo los que no lo leen: su obra es una aventura    del       pensamiento, una aventura que con frecuencia corta la       respiración), en este libro Bergson defiende, como    indica       el título, que el tiempo mismo es por naturaleza    creativo,       impugnando por tanto las teorías que ven en la    evolución de       las especies una acumulación de engranajes físicos-   químicos-      matemáticos, pero también al otro ?bando?, el de los    que       desdeñan la materialidad física, por tratarse de algo       aleatorio, caprichoso, y por tanto gratuito, yendo a       refugiarse (hágase un grave silencio) en la oh    Metafísica,       elevada religión al alcance de unos pocos. La piedra       angular del pensamiento de Bergson es que las    instancias       espacio y tiempo no existen separadamente sino que hay    un       único movimiento, lo que él llama la duración, y las    formas       que ésta adopta, y esa duración es la cosa misma en la    que       hay que instalarse. ¿Su instrumento filosófico? La       intuición. Lo racional falsifica, adultera, da gato por       liebre a la menor oportunidad porque una vez       conceptualizado cualquier hecho, la parda eminencia    tiene       una funesta tendencia a trabajar a partir de sus    conceptos       en vez de seguir ceñido a las cosas en sí.      Libro atractivo y emocionante, aunque un poco duro       especialmente en el tramo final, cuando Bergson repasa    los       grandes hitos de la filosofía universal, para lo cual,    como       es lógico, tiene que someterlos a una densa síntesis.    Una       imagen da especial idea del carácter híbrido y volador    de       su escritura (no hay que olvidar que Bergson obtuvo el       Nobel en la categoría de literatura): la evolución de    un       ser humano comienza con una célula en la placenta    materna,       avanza, avanza, y tras los nueve meses de rigor    simplemente       sigue avanzando: No hay una diferencia cualitativa sino    de       grado, una única evolución que no se detendrá hasta la       muerte... y ni aún entonces. Un único impulso vital que       busca dividirse, progresar, especializarse    (interesantísimo       el debate sobre la vieja cuestión de función-órgano).    Un       autor de una gran frescura, cuya manera de enfrentarse    a       los viejos enigmas muchas veces los disuelve, los    vuelve de       golpe banales, les encuentra ángulos radicalmente    nuevos.  
 
  
 
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