Heliogábalo O El Anarquista Coronado
(Antonin Artaud)
Heliogábalo, emperador romano de ascendencia siria, tuvo un mandato muy breve, caracterizado por la atrocidad y el despilfarro, y que culminó con su sórdido asesinato en unas letrinas, junto a su madre, Julia Mesa, a manos de su propia guardia pretoriana. El emperador contaba entonces con dieciocho años, y había gobernado apenas tres. Antonin Artaud, uno de los grandes outsiders del movimiento surrealista, se vale de la biografía de este tirano como instrumento para ejemplificar sus personales teorías sobre la moralidad y la hipocresía social, temas que le obsesionaron siempre. En la primera parte, ?La cuna de esperma?, Artaud traza un documentadísimo estudio del ambiente degenerado e incestuoso que hizo posible la aparición de un Heliogábalo, una época ?en que todos se acostaban con todos?, y las traiciones estaban a la orden del día. Además, Artaud subraya desde el vamos la importancia en los acontecimientos del culto solar sirio, un culto profundamente ambiguo ya que si su tótem fundamental era el falo de piedra (símbolo eminentemente masculino), en su interior llevaba dibujado un sexo femenino. En la segunda parte, ?La guerra de los valores?, Artaud se explaya sobre la mezcla de culturas y ritos que hizo posible la vorágine de un Heliogábalo, resaltando sus diferencias y similaritudes con el culto egipcio solar, la mitología grecorromana, etc. Artaud parece aquí querer demostrar que, como en Hamlet, hay un método en la locura de Heliogábalo, y que nada es casual en el caos institucionalizado que emana de su poder, esa contradicción de un anarquista coronado de que habla el título. Por fin, en la tercera parte, llanamente titulada ?La anarquía?, se narra el ascenso al poder de Heliogábalo y su escalada de lujuria y excesos, que escandaliza y conmueve hasta los mismos cimientos a la sociedad romana. En la ambivalencia masculino-femenino, Artaud termina por decantarse por la idea de un culto matriarcal, señalado por ritos como la castración masiva de súbditos, o la salvaje pederastia y promiscuidad del propio Heliogábalo, de quien por ejemplo se cuenta que, vestido de mujer, se ofrecía como prostituta a la puerta de los templos. Se trata de una obra densa y exigente en la que, ocultas tras los mimbres del estudio histórico y antropológico, resaltan las intuiciones más delirantes y extremosas de un gran poeta.
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