El Túnel
(Ernesto Sábato)
El túnel Juan Pablo Castel está recluído por matar a María Iribarne. La vio por primera vez en la galería donde él exponía sus pinturas. Ella miraba atentamente la escena en la esquina de un cuadro, en la que a través de una pequeña ventana se observaba a una mujer mirando tristemente el mar. Durante los días siguientes Juan Pablo la buscó incesantemente por entre las personas que asistían a la exposición, pero no apareció más. Pasaron meses antes de cruzársela por la calle. La siguió y la esperó, y la volvió a perder hasta el día siguiente en que la volvió a esperar desde muy temprano y esta vez la encaró. Casi la obligó a que lo acompañase, fueron a la plaza y desde ese momento él la hizo partícipe de la debilidad por su compañía, de su necesidad de establecerse en ella como una propiedad, que fuera el objeto de sus atenciones. Juan Pablo pensó que entrar en su vida era suficiente para que ella olvidara por completo la propia, pero nada más lejos de la verdad sucedió. María accedió a frecuentarlo cuantas veces sus actividades se lo permitieran, pero cada vez, un pequeño infierno se desataba en el interior del Pintor, exigiéndole más y más tiempo y exclusividad, a pesar de que todavía no sabía mucho de ella, solamente que era la mujer que él consideraba el único ser humano capaz de entenderlo. Llegó el momento en que lograron verse casi a diario, pero para él nada era suficiente, menos todavía después de que María le contó que era casada, y que su marido, Allende, era un hombre ciego. Dentro de la cabeza de Juan Pablo las connotaciones de las declaraciones que lograba arrebatar a María tomaban visos lamentables, de enormes incomprensiones: las dudas, los celos, las aberraciones sentimentales que emanaban de él se fueron volviendo insufribles. Cada vez más entendía que se había enamorado de una mujer que a la vez era la mujer de otro, quizá de otros, y eso lo comenzó a sospechar cuando ella viajaba a una estancia de las afueras de Buenos Aires. Durante aquellos días en los que María se ausentaba Juan Pablo deliraba en la soledad de su estudio, pensando en las manos que se posaban en el cuerpo de la mujer que él amaba. Ella cada vez regresaba, pero siempre era el blanco de las inquisiciones del pintor, y de la remordida maldad de sus interrogatorios. Las cosas se dieron de tal manera que, estando en el lado opuesto de la vida de ella, Juan Pablo llegó a conocer a Allende, incluso se hizo invitar a la estancia del campo para pasar un fin de semana junto a la mujer que tantos demonios hacía aflorar en su interior. Allí conoció a Hunter, primo de María, de quien sospechó, enseguida, que mantenía un idilio con ella. Fue victima de los sarcasmos intelectuales de todos a quien conoció en esa visita, porque todos ellos, en especial Hunter y Mimí Allende, representaban para él seres con la más variada cantidad de defectos que seres humanos sean capaces de portar. María, víctima de los reproches de Juan Pablo, le confesó haber tenido otros amores con otro miembro de su familia, lo que fue demasiado para él y de no mediar las circunstancias, María hubiera muerto estrangulada aquella misma tarde. Volvieron a la ciudad más separados que nunca, pero todavía Juan Pablo no perdía las esperanzas de que ella resolviera su pasado y se dedicase sólo a él. Nada de eso aconteció. Los vientos de desastre se habían desatado y los infiernos interiores de Juan Pablo se volcaron hacia los hechos irracionales del final. María no pudo evitar volver a la estancia para encontrarse con Hunter. Sin decirle nada, Juan pablo fue tras ella y logro escabullirse por entre las cercas y pasajes y personas hasta llegar a su habitación y esperarla para darle rienda suelta al desenlace. Ella entró y se encontró con él, y lo vio por última vez mientras en silencio soportó las veces que él le enterraba el cuchillo en el pecho y en el vientre. Ese mismo rato Juan pablo salió de allí sin ser visto, pero fue directo a la casa de Allende a revelarle que Hunter era amante de su mujer, incluso le dijo que él mismo había sido sujeto del engaño que María había escondido por tanto tiempo. El ciego se levantó y guiado por la voz del pintor lo persiguió, gritándole sus inconsecuencias. Juan pablo huyó de allí y fue a entregarse a la policía. Luego del juicio, quedó recluido en un sanatorio donde pasa los días pintando y cruzando aquel túnel oscuro de su vida.
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