Bella Del Señor
(Albert Cohen)
En un tono bastante humorístico y en cierta medida paródico, empleando tanto técnicas de la novela vanguardista (leit motiv, monólogo interior, juegos de palabras, mezcla de diálogos, acciones y pensamientos, etcétera), como las más tradicionales, Albert Cohen narra una historia de amor loco entre personajes ricos, bellos y coquetos en la aséptica Suiza de los años treinta, tan cercana y al mismo tiempo lejana al terremoto del nazismo. Como los cuadros de Tamara de Lempicka que ilustran la portada del libro, la historia de Cohen es de una estudiada ñoñería, con momentos de brillantez pero un indudable sonido a hueco. La joven Ariane, de antigua familia protestante ginebrina, se casa en un momento de desconcierto e inseguridad económica con el funcionario de la Sociedad de Naciones Adrien Deume y mantiene con él un ritual y aburrido matrimonio mientras las ansías amorosas de la mujer van al recuerdo de su amiga muerta Varvara, con la que en tiempos dormía abrazada. Cuando conoce al rico judío Solal, joven, guapo y superior de su marido en la Sociedad de Naciones, inicia con él un romance apasionado y se marcha de casa, provocando un intento de suicidio de su esposo. La sofisticada y coqueta Ariane se consagra a un amor que idealiza al máximo, procura mantenerse en todo momento bella para su señor y se dirige a él llamándole Amado y tratándole de usted, casi como una esclava de un harén. Solal, que ha sido expulsado de la Sociedad de Naciones por enfrentarse a mandatarios de diversos países que se han negado a socorrer a los judíos alemanes, trata de que su amada no se dé cuenta de que son una especie de proscritos de oro, que se alojan en caros hoteles de la Costa Azul y no tienen problema para llevar un alto tren de vida sin trabajar, aunque toda la buena sociedad les ha retirado el trato. La vida de ambos en exclusiva para su amor se prolonga durante alrededor de un año. El aburrimiento y el aislamiento horada su relación que además sufre el impacto de la confesión que hace Ariane de que fue amante de un director de orquesta antes de conocer a Solal. El hombre arde en celos al conocer aquel lejano escarceo, que además fue muy moderado y sólo fruto del aburrimiento de la mujer con su matrimonio, y se hace incapaz de tratar a Ariane sin insultarla y humillarla, aunque también se encuentra demasiado enamorado de su bella como para alejarse de ella, y la relación prosigue, cada vez más degenerada aunque indestructible. Bastante meses después, vencidos por el aburrimiento, el aislamiento y la disensión provocada por la confesión de la mujer, pero juntos, Ariane y Solal se preparan una sobredosis de barbitúricos y se suicidan.
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