La Fundación
(Buero Vallejo)
La fundación, libro que hoy nos ocupa, se desenvuelve alrededor de enero de 1974, en cualquiera de las cárceles españolas de entonces, en un periodo que olía a cambio, y que acabo con la famosa y querida transición española. Que dio paso al actual periodo democrático. Fueron estos, tiempos de lucha y de conspiración, ante la previsible muerte del que asfixió España durante cerca de cuatro décadas, esfuerzo realizado por grandes políticos y personajes famosos, pero también por innumerables personas anónimas que nos dejaron un ejemplo de inconformismo que no debe diluir el paso del tiempo. Además esta obra expone acontecimientos atemporales que la hacen vigente a través del paso de los años, no sólo como rebelión ante un régimen opresor, sino también ante los avatares que nosotros mismos nos provocamos. Los sentidos transducen en nuestro sistema nervioso central la información exterior creando lo que conocemos con la palabra realidad. Por eso, podemos afirmar que existen tantas realidades como seres vivos pueblan el universo, ya que son los genes y el ambiente en el que se desarrollan éstos, los culpables de la generación de recuerdos, sensaciones y todo aquello que sea capaz de generarse a través del intercambio iónico neuronal. Pero todo soporte biológico por definición puede albergar fallos, o como comúnmente se llama, enfermedades. Este es el caso de Tomás, que prefiere amoldar la realidad a sus ensoñaciones particulares, creando un mundo placentero para sí, guiando por voluntad involuntaria la información que quiere obtener a través de sus sentidos para evitar el dolor del recuerdo y de la abrasión de un mundo abrasivo. El mecanismo de seguridad que salta en el subconsciente de Tomás no es algo tan difícil de encontrar en la vida cotidiana, pues todo el que en el algún u otro momento se para a pensar, se da cuente de que es necesario engañarse y encontrar fuentes de placer, para no entrar en una continua lucha con uno mismo y con el mundo. Sin ir mas lejos y como estudiante, he de engañarme todos los días para aprobar asignaturas impuestas por el sistema productivo nacional e internacional en el que vivimos. Podemos suavizar la palabra engaño y llamarla amoldamiento, pero no es mas que transformar la realidad para que no nos abrase (como hace Tomás). Los padres, encuentran otra excusa quizá mas ensoñadora que la del propio Tomás para seguir adelante: ?El futuro de sus hijos?. La fundación, sigue el ciclo de la vida misma; con la podemos encontrar innumerables paralelismos. Sin ir mas lejos, hace poco tuve la oportunidad de visitar New York, la ciudad de la magia, el sumun del consumismo, instalada en plena tierra de las oportunidades. Allí un Colombiano nos guío por la ciudad, mostrándonos lo que a unos turistas se les enseña de rutina. Pues bien, este hombre acabó contándonos la historia de su vida; primero la difícil migración a Estados Unidos a través de la frontera de Mejico, y como una vez aquí tuvo que trabajar muy duro fregando platos, ollas, de camarero? y en general de todo lo que podía, para algún día traer a su familia con él. Pues bien, tras algún que otro traspiés, persecuciones policiales, y quince años en el país, consiguió los papeles y traer a su mujer y a su hijo con él. Ahora, cinco años después, tiene un buen trabajo (como guía turístico para españoles) y una posición que le permite vivir acomodadamente, y reniega de su hijo, al que ve implicado en manifestaciones y protestas a favor de los inmigrantes que llegan al país de la ?libertad?. Del mismo modo, Asel, valeroso guerrero de la causa, decide abandonar tras la traición de Max y el sacrificio de Tulio, para dar el relevo a Tomás y Lino. Las nuevas generaciones hemos de continuar, aunque la situación sea cómoda, no debemos dejarnos encerrar en sutiles cárceles de porcelana, que parecen la libertad soñada, como nuestro colombiano que triunfantemente nos contó tener una renta de 80000 dólares al año que le permitía pagar todas las hipotecas y aspirar a un plan de pensiones futuro, mientras la tarjeta del banco le daba 600 dólares de crédito. El ya se rindió, y probablemente todos un día lo hagamos, pero hay que ser capaz de alcanzar los placeres de la vida sin denostar nuestra posición, sin dejar la lucha. Una lucha que no es contra el Mundo, ni contra nosotros, sino a favor del mundo y de nosotros mismos.
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